miércoles, 14 de agosto de 2013

Capítulo 3

Urmont.


No sé cómo acabamos en aquel lugar. Aquel hombre no nos inspiraba ninguna confianza. Sabíamos que no podíamos hacer nada para hacernos cazarrecompensas, no en aquel momento por lo menos. Pero tampoco queríamos meternos en problemas ni en asuntos turbios el primer día que llegamos a la ciudad.

Aún así allí estábamos. En aquel sótano poco iluminado y rodeados de personas de aspecto sospechoso. Tras pensarlo un poco, aunque no lo suficiente, Brand y yo decidimos escuchar la propuesta de aquel hombre. Le seguimos por callejones, sucios y estrechos, cada vez más lejos del centro de la ciudad. Después de andar unos minutos llegamos a una calle que no tenía salida. Al final de ella había unas pequeñas escaleras que descendían y llevaban a aquel antro.

Solo tres lámparas mal repartidas iluminaban un poco y unas cuantas mesas cuadradas de madera con sillas a su alrededor estaban repartidas por la gran habitación. También había una alargada barra de madera, tras la cual estaba un alto camarero que no paraba de limpiar vasos de cristal con un trapo. Detrás del camarero había una gran estantería con algunas botellas anchas y sin etiqueta, además de vasos, casi todos iguales. En las mesas no había mucha gente y la mayoría estaban jugando a las cartas, pero un grupo se encontraba al fondo y estaban lanzando cuchillos a una diana.

Acompañamos a aquel hombre que se hacía llamar Urmont hasta una mesa que estaba más apartada de las demás, en una esquina. A nosotros se nos habían unido dos tipos más. Parecían jóvenes, no más de treinta años. Uno era más alto que el otro y ambos llevaban unos pantalones oscuros y camisas gastadas con las mangas subidas. El alto tenía el pelo muy corto y oscuro y estaba fumando un cigarrillo. El bajo tenía el pelo castaño, más largo y de forma irregular, además de llevar una barba poco cuidada.

Brand y yo nos sentamos enfrente de Urmont, y los recién llegados se colocaron cada uno a un lado. Yo empezaba a temerme lo peor. Aquel sitio no me gustó desde que entré y la zona de la ciudad menos. La gente que había dentro no me inspiraba más confianza que el lugar y se nos quedaron mirando un buen rato cuando entramos. Y lo peor es que Brand también comenzaba a sentirse incómodo y a veces miraba inquieto hacia los lados.

-Tranquilizaos chicos- nos dijo Urmont, que parece que se dio cuenta de nuestro nerviosismo.- No tenéis nada que temer. Estamos aquí para intentar ayudaros. Pero antes de nada, ¿queréis tomar algo?

Brand levanto la mano rechazando su oferta, pero yo me quedé pensando mi respuesta.

-Yo quiero un zumo de Hyl, por favor- dije lentamente.

Conseguir un zumo de esos me había costado mucho. Si no iba a contarlo, prefería tomarme mi bebido preferida una última vez. Pero a Brand no le tuvo que sentar muy bien, porque me lanzó una mirada fulminante.

-No sé si tendrán, pero por preguntar no perdemos nada- y después de decirlo le indicó a uno de sus acompañantes que se acercara.- Phil, pregunta a ver si tienen zumo de Hyl para este joven.

El hombre alto se dirigió a la barra e intercambió unas palabras con el camarero, el cual se puse a buscar debajo de la barra y sacó una pequeña botella de cristal que contenía un líquido rojizo y un pequeño vaso. Phil lo cogió y se dirigió a nuestra mesa.

-Solo le quedaban dos, has tenido suerte- me dijo mientras me ponía el botellín y el vaso delante.

-¿Seguro que tú no quieres nada?- le preguntó Urmont a Brand.

Brand volvió a rechazar su oferta y a mirarme con gesto de desaprobación. Pero yo me serví la mitad del zumo en el vaso sin remordimiento alguno. La botella tenía una capa de polvo considerable, lo que no me transmitía mucha confianza, pero cuando lo probé la primera vez comprobé que el zumo estaba en perfectas condiciones, y por supuesto seguía estando delicioso.

-Bueno, vamos a comenzar con los negocios- nos dijo Urmont y juntó las manos cruzando los dedos.- Imagino que ambos habéis venido aquí con la intención de convertiros en cazarrecompensas y que os habéis encontrado con el típico problema de edad. Ahora bien. Tú tienes pinta de tener edad suficiente como para entrar en el cuerpo. ¿Cuántos años tienes?

Obviamente la pregunta era para Brand. Siempre ha parecido mayor de lo que era, y su semblante serio le añadía un año o dos.

-Tengo diecisiete- se limitó a decir.

-¿Sólo diecisiete? Pareces tener diecinueve como mínimo.- dijo sorprendido.- Pero aún así, podrías haberte apuntado en la lista de ayudantes. Aunque eso significaría dejar a tu amigo solo, y no creo que quieras hacer eso. Y tú, no te lo tomes a mal chico, pero no debes de tener ni dieciséis. De lo contrario ya habríais entrado como ayudantes.

-Tiene razón. Tengo quince años- dije mientras me servía el resto del zumo en el vaso.

-Por eso os quiero proponer una solución. Tú pareces un chico fuerte y posiblemente te sepas defender bien. Nos vendría bien alguien como tú- le dijo a Brand mientras se colocaba bien las gafas de sol, y luego me miró a mí.- Y tú puedes venir con nosotros. Siempre podrás ayudarnos en labores pequeñas. Tendríais comida y un sitio seguro donde dormir. Incluso tú recibirías algo de dinero, mientras seas de ayuda. ¿Cómo has dicho que te llamabas?

-Brand, pero no recuerdo haberlo dicho- dijo rápidamente, pero después relajó su expresión.

-Y yo me llamo Tim- dije al ver que Brand ya se había presentado.

-Muy bien- dijo mientras asentía y después me miró.- ¿Y sabes cocinar? ¿Coser? ¿Lavar? Es por si puedes sernos útil.

-Yo soy mecánico- dije un poco ofendido.- Puedo arreglar casi cualquier cosa.

El acompañante más bajo comenzó a reírse pero Urmont lo paró de un codazo.

-Rel, no vuelvas a reírte de lo que dice alguien con el que estoy hablando- le dijo muy serio.- ¿Sigue Vins con el todoterreno?

-Sí, parece que se le está resistiendo.- le contestó Rel un poco avergonzado.

-Muy bien- dijo Urmont pensativo.- Creo que nos vas a demostrar a todos de lo que eres capaz, joven Tim.

Y diciendo esto se levantó y se dirigió a la barra. Yo me acabé el zumo rápidamente y también me levanté. Brand me cogió del brazo y me acercó a él.

-Ten cuidado con lo que haces. Intenta no meternos en ningún lío. No me fío nada de esos.

Yo tampoco me fiaba, pero nos ofrecían comida, un sitio donde quedarnos y algo de dinero. Me limité a asentir y los dos seguimos a Urmont y el resto. Nos llevaron a una explanada a las afueras de la zona residencial donde había varios vehículos aparcados. En un sitio apartado había un coche bastante grande y gris. Unas piernas sobresalían debajo del vehículo.

-¡Ey, Vins! ¿Sigue sin arrancar este cacharro?

De debajo del todoterreno salió un hombre más joven que lo otros dos y más bajo también, podría ser un poco más alto que yo, pero no mucho. Era rubio y tenía la cara manchada de grasa. Llevaba un mono de trabajo negro de tirantes y el izquierdo estaba roto. El mono estaba igual de manchado que su cara, y sus zapatos marrones estaban muy gastados.

-Sigue sin funcionar, jefe. Y eso que lo he tratado con cariño- dijo el joven sonriendo, lo cual me permitió ver que le faltaban un par de dientes.

-Mejor. Así nuestro joven mecánico podrá mostrarnos si de verdad puede arreglar cualquier cosa- dijo Urmont y acto seguido me indicó que me acercara al coche.

-¿Qué problema hay?- pregunté mientras me acercaba al vehículo.

-Legamos a la ciudad hace tres días. Ayer pretendíamos marcharnos, pero no arrancaba- respondió Vins.- Revisé el motor y no vi nada extraño, ahora estaba mirando si perdía combustible. Pero no he encontrado nada, y el depósito está prácticamente lleno.

Decidí revisar el motor antes de tener que tirarme al suelo y echarle un vistazo por debajo. Abrí el capó y comencé a examinar todo. Primero comprobé que en el motor no hubiera ninguna avería ni tuviera alguna pieza suelta. Después de un minuto llegué a la conclusión de que el motor estaba en perfectas condiciones, a pesar de que fuese bastante antiguo. Empecé a revisar piezas sueltas pero todas parecían estar bien. Entonces vi que unos cables que salían de debajo del motor estaban enredados con otros de la batería. Algunos estaban pelados y esto impedía que la batería hiciera buen contacto, y por lo tanto el motor no funcionaba. Una avería poco común si se cuida bien el vehículo pero fácil de arreglar. Saqué un rollo de cinta aislante de uno de los bolsillos de mi pantalón y, después de desenredar los cables, cubrí la parte rota con la cinta.

-Parece que era un problema con la batería- dije después de cerrar el capó.- Probad ahora.

Vins giró la llave, la batería se activó y el motor comenzó empezó a funcionar haciendo un ruido horrible. Parece que funcionaba gracias al arreglo que hice, aunque ese motor no iba a durar mucho.

-¿Habéis visto eso? ¡No ha tardado ni cinco minutos!- exclamó Urmont mientras aplaudía lentamente.- Hijo, eres mejor de lo que pensaba. Ambos podéis quedaros con nosotros, siempre que estéis de acuerdo.

En ese momento le lancé una mirada de preocupación a Brand, pero él me devolvió una mirada tranquilizadora y acto seguido se aclaró la garganta.

-Nos quedamos con vosotros con una condición- comenzó a decir Brand mientras levantaba la mano derecha con el dedo índice extendido.- Podemos decidir volver aquí para hacernos oficialmente ayudante en cuanto Tim cumpla los dieciséis, es decir, dentro de seis meses. Si no nos sale bien siempre podremos volver con vosotros, si así lo queréis.

-Seis meses no es mucho. Sabéis que tendréis que trabajar duro para que me salga rentable este trato, ¿no?- nos dijo Urmont pensativo.- Aún así, es una condición justa, la acepto.

Después de decir esto, Brand y yo asentimos y Urmont nos estrechó la mano a los dos. A partir de ese día, podría decirse que trabajábamos, aunque de forma ilegal, para Urmont. Para un cazarrecompensas.


Brand ya sabía por aquel entonces que aquel hombre iba a sacar provecho de aquella situación. Ya sabía que iba a explotarnos todo lo que pudiera y más. Pero era lo único que podíamos hacer, no podíamos esperar seis meses por la ciudad mendigando o buscándonos la vida en los suburbios. Además, era nuestra oportunidad de ver mundo y ganar algo de experiencia. Aún así, lo que más temía es que, llegada la hora, no nos dejaran marchar.

3 comentarios:

  1. Y qué más?? No se puede haber quedado así...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El capítulo 4 ya está publicado y al 5 le falta poco. Esto sigue, tranquilo.

      Eliminar
  2. Esto va tomando forma Miguel pero a ver cuando sacas al personaje que mas mola de toda la historia XDD

    ResponderEliminar