domingo, 22 de diciembre de 2013

Capítulo 5

Empieza la acción.


Seguimos andando durante diez o quince minutos hacia el este. Vins y Urmont se adelantaron con el coche y cuando nosotros llegamos, Vins ya tenía un transmisor de radio bastante grande instalado en la parte de atrás del coche conectado a una pequeña antena circular que estaba sobre el techo. Urmont tenía desplegado un mapa del área en el suelo de la parte de atrás y estaba dibujando cosas sobre él con un rotulador rojo.

-¿Qué has averiguado, jefe?- le preguntó Phil cuando nos acercamos al jeep.

-Ya era hora de que llegarais, chicos- dijo Urmont mientras se apartaba del mapa.- Esos cinco no van a tardar mucho en recoger sus cosas y seguir avanzando. Si nos damos prisa, podremos pillarles desprevenidos.

Todos nos acercamos alrededor de la parte de atrás del coche. Todos menos Vins, que seguía ajustando la frecuencia de la radio. El mapa era de Varhlem, y el círculo rojo sobre el que ponía “CAMPAMENTO DE HIRR” estaba bastante cerca de la frontera con el noreste. También había un par de flechas que señalaban desde donde estábamos hasta donde se encontraba Hirr, una por arriba y la otra un poco más abajo.

-Oye, Tim. El plan está hecho para que tú tengas que tomar parte en el ataque. ¿Crees que podrás o prefieres quedarte atrás?

-¡Por supuesto que puedo!- le dije con el ceño fruncido mientras agarraba mi espada.- No llevo esto por nada.

-Bueno, el plan es bastante sencillo. Vais a ir por parejas. Yo me quedaré atrás para informaros y daros órdenes. Vins será el que esté a cargo de la radio. - dijo mientras señalaba a los diferentes circulitos con un punto en el interior que estaban dibujados en el mapa.- Una pareja tendrá que adelantarse y entrar en acción desde el norte del campamento. La otra solo sigue un poco de frente para atacar por el lado oeste. Phil, tú irás con Rel. Brand y Tim irán juntos.

-¿En serio, jefe?- protestó Rel.- No creo que sea  buena idea manda a los dos novatos solos en su primer trabajo.

Urmont se giró y miró fijamente al ayudante. Finalmente suspiró.

-Rel, no te contraté para dar tu opinión. El que da las órdenes aquí soy yo, y digo que se queden juntos. Así podrán demostrar de lo que son capaces- y, después de decir esto, se volvió a girar y comenzó a señalar en el mapa.- Cerca de su campamento hay un montículo desde donde podréis esperar y observar. Cuando yo de la orden, deberéis bajar esa pequeña colina e intentar acercaros lo máximo posible al campamento sin que os  vean. Y después de eso solo tendréis que eliminar a los guardias a mi orden y capturar a Hirr. No debería haber problemas. ¿Lo habéis entendido?

-Parece demasiado fácil- dijo Phil quitándole importancia con la mano.- Este trabajo está hecho en menos de diez segundos.

-No te confíes tanto, Phil, y limítate a seguir mis órdenes. Nada de improvisar o hacerte el héroe- le respondió Urmont.- Está bien. Rel y Phil irán por de frente y atacarán desde el lado oeste. Brand y Tim, vosotros tendréis que bordear el montículo y atacar desde el norte. Muy bien chicos. Manos a la obra.

-Pero, señor- dijo Brand con cara de enfado.- ¿No deberíamos saber antes qué hacer después de llegar al montículo?

-Ya lo he dicho antes, chico- le respondió Urmont, perdiendo la paciencia.- Cuando yo de la orden, vosotros bajáis por la ladera intentando que no os vean y acabáis con los guardias que os tocan. Después de eso capturáis a Hirr. No tiene más complicación.

-Pero...- comenzó a protestar Brand.

-Venga, Brand. No te preocupes- le dije mientras le daba un puntapié.- Seguro que no es tan difícil.

-Tim tiene razón- intervino Phil.- Aunque sea vuestro primer trabajo, sólo tenéis que intentar no hacer ruido.

-Eso es, eso es- dijo Urmont metiendo prisa.- Ahora tenéis que ir a vuestra posición, se nos acaba el tiempo. En la pantalla de vuestros transmisores están las coordenadas en las que os encontráis. Ahora Vins os dará a las que debéis ir. Mucha suerte y no me falléis.

Ambos asentimos y Brand Cogió un trozo de papel con números y algunas letras garabateados en él. Después de eso, nos dirigimos al norte.

Pasaron unos cinco minutos sin que Brand y yo intercambiáramos palabra alguna. Cada vez hacía más calor, aunque se podía aguantar gracias al aire que soplaba. Brand miraba casi siempre su transmisor y la hoja con las coordenadas.

-¿Crees que nos saldrá bien?- le pregunté al fin.

-No creo que este plan sea perfecto- respondió.- Pero tampoco creo que sea muy difícil. Tú no te preocupes.

-Sí, si yo estoy tranquilo- le dije, pero entonces me di cuenta de que no hacía nada más que frotarme y colocarme bien los guantes.- ¿A qué crees que se refirió Urmont con lo de eliminar a los guardias? ¿Tendremos que matarlos?

-Con dejarlos inconscientes debería de valer- respondió sin aparta la vista de su transmisor.- Aunque yo no soy el que va armado. Tú, en cambio, deberías de tener cuidado al usar esa espada tuya. Podrías hacerte daño.

-¡Se usar una espada! El viejo Ben me enseñó- protesté.

Pasaron otros minutos sin que habláramos y Brand sólo miraba su transmisor y le daba golpecitos.

-Brand, ¿por qué no usas armas?- le pregunté después de meditarlo bien.

-No me hacen falta. Mis puños son mis armas- me respondió tranquilamente.- Un arma puede herir incluso a quien la empuña. Mis puños nunca herirán a alguien a quien yo no quiera.

-Ey, chicos, ¿estáis ahí?- dijo la voz de Vins a través del transmisor de Brand.- ¿Me oís? Os estamos esperando.

Brand apretó el botón rojo del lado y habló.

-Sí, debemos de estar cerca. Pero la pantalla de mi transmisor está rota. No distingo los números de las coordenadas.

-¿Qué? ¿Por qué no lo has dicho antes?- vociferó Urmont a través del transmisor.- ¿Y ahora como demonios pensáis llegar hasta vuestra posición? Phil y Rel ya están en su puesto.

-Pero, habérmelo dicho antes- contesté tranquilamente.- Yo puedo mirar nuestras coordenadas en mi ordenador. No hay porqué preocuparse.

Encendí la pantalla y abrí el programa del transmisor. Había muchísimos programas más avanzados que aquel y que incluían incluso un mapa muy detallado con mi posición, pero no había tenido tiempo aún de conseguir uno de esos. Comparé nuestras coordenadas con las de donde deberíamos de estar y vi que estábamos muy cerca.

-Tranquilos, chicos- dije a través del micrófono de mi ordenador.- Estamos muy cerca. En un par de minutos llegamos.

Después de decir esto corté la conexión y empecé a andar en dirección a las coordenadas correctas.

-Si a ti te funcionaba bien, ¿por qué no lo has usado antes?- me preguntó malhumorado Brand.

-Bueno, no se lo digas a Urmont, pero yo aún no había iniciado el programa del transmisor. Por lo que es como si lo tuviera apagado- le dije con una sonrisa de culpabilidad.

Brand se rió y negó con la cabeza, pero enseguida volvió a su estado natural de seriedad. Después de andar unos metros, llegamos a la zona de la ladera donde debíamos de esperar, avisamos por radio y nos tumbamos para observar. Debajo de nosotros se veía el pequeño campamento. Había un fuego con una olla sobre él. Un coche rojo bastante grande y antiguo estaba aparcado cerca. Apoyadas a un lateral del vehículo había unas cuantas mochilas y macutos. Hirr estaba sentado al lado del fuego mientras removía el contenido de la olla. Un par de matones hablaban de espaldas a donde Brand y yo estábamos, alejados de Hirr. Los otros se alejaban caminando.

-Bien, chicos. Atentos a mi señal- dijo Urmont a través del transmisor.- Deberéis de bajar la ladera rápido y en silencio mientras los guardias cambian de lado. Sólo tenéis una oportunidad. No lo estropeéis.

-Tranquilo, jefe. Déjanoslo a nosotros- le respondió Phil.

-Ya tendré tiempo de tranquilizarme cuando acabemos esto. Vosotros limitaros a acabar con los guardias y capturar a Hirr- dijo Urmont.- Y no dejéis que se monte en el coche o lo perderemos. Buena suerte muchachos.

Brand se crujió los dedos y se subió las mangas de su camiseta, que se habían bajado, hasta el codo. Yo tiré de la solapa de mis guantes para ajustármelos bien, llevé mi mano izquierda a la empuñadura de mi espada y la apreté con fuerza.

Los dos guardias que estaban enfrente de nosotros, al pie de la colina, se giraron a mirar a la otra pareja y se hicieron una señal. Acto seguido, empezaron a andar.

-Muy bien, ya deberían de estar cambiando de lado- nos dijo Urmont por el transmisor.- Bajad con cuidado la ladera, esconderos entre la maleza. Eso sí, si os ven, no dudéis en atacar los primeros.

-Muy bien, vamos allá- respondí. Dijeron algo más, pero no lo pude escuchar ya que me quité los auriculares y los dejé colgando de mi cuello.

-Ten cuidado, Tim- me dijo Brand muy serio.- Si no puedes con el guardia, limítate a ganar tiempo hasta que alguien se encargue de él.

-Tranquilo Brand, yo me encargo- y después de decir esto le hice un gesto levantando el pulgar derecho.

Brand y yo nos levantamos y comenzamos a descender agachados. La hierba alta nos cubría casi hasta la cabeza. Intentamos no pasar entre la maleza para no moverla demasiado, pero tampoco nos atrevíamos a que nos vieran. Brand iba delante de mí y no hacía nada más que mirar al suelo y de vez en cuando mirar a los guardias.

Pero entonces ocurrió algo inesperado. Hirr se levantó de donde estaba y le gritó a uno de los guardias a los que seguíamos, uno que parecía más joven que su compañero, un poco bajo y con el pelo rubio. Hirr le hizo una seña con la mano y le dijo que se acercara. Después vociferó algo acerca de que la comida era una basura y era incapaz de cocinarla. El guardia, resignado, dejo a su compañero para dirigirse hacia Hirr.

-Si se aleja, no podremos pillarlos por sorpresa, y seguro que Hirr tendrá más posibilidades de escapar- dijo Brand preocupado.

La idea de fracasar en mi primer trabajo me atemorizó y empecé a caminar un poco menos agachado, cada vez más rápido, en dirección a los dos guardias.

-Vamos, sígueme. No podemos dejar que se aleje mucho- le susurré a Brand.

Me giré para ver si me seguía mientras le decía eso y me alegró ver que su mirada no era de desaprobación, aunque sí de preocupación. Pero cuando volví a mirar al frente ya era demasiado tarde para reaccionar. Mi pie derecho chocó con una raíz que sobresalía del suelo y perdí el equilibrio. Cuando quise darme cuenta, ya estaba por los aires y caía de cabeza contra el suelo. Me cubrí la cara con mis brazos por acto reflejo y, un segundo después, estos chocaron contra el suelo. Un momentáneo pero intenso dolor me recorrió los brazos desde las muñecas hasta los hombros. Debido a la fuerza de la caída, comencé a rodar colina abajo hasta que aterricé de espaldas justo abajo, con un dolor incesante por todo el cuerpo y a apenas unos pasos del primer guardia.

Aunque intenté no gritar, cosa la cual no conseguí, todo el ruido de la caída acabó por alertar a los guardias. Cuando conseguí abrir los ojos, me incorporé y todo dejó de girar, vi al guardia de mayor edad correr hacia mí con su espada desenvainada. Blandía una espada ancha pero no demasiado larga. En menos de dos segundos ya estaba delante de mí con la espada alzada. Yo no sabía qué hacer, estaba paralizado por el miedo. Pensé en desenvainar y parar su golpe, pero ya era demasiado tarde. Su espada bajaba rápidamente hacia mí. Me cubrí la cara con el brazo derecho en un acto reflejo y la hoja chocó contra la palma de mi mano.

Un sonido metálico sonó y la hoja del guardia rebotó hacia atrás. Mi guante estaba intacto y, lo que era más importante, aún conservaba la mano. El revestimiento de milthium que tenía mi guante por dentro me había protegido del golpe. Incluso en la parte exterior de mi guante apenas quedaba marca del golpe, el cuero no fue cortado.

Pero aún estaba mareado de la caída, y más después de aquel ataque tan repentino, por lo que mis movimientos eran muy torpes. Apenas me estaba levantando cuando vi a Brandom saltar por encima mía en dirección al guardia. Cuando estaba cayendo, le propinó un fuerte puñetazo en la cara a su adversario, el cual cayó de espaldas. Brand aterrizó sobre el guardia, preparado para rematarle, pero este se había golpeado la cabeza al caer y estaba inconsciente.

-¡Cuidado!- le grité a Brand al ver que el otro guardia se le acercaba por detrás con su espada corta en mano.

Brand giró rápidamente hacia su derecha y bloqueó el ataque de aquel matón con el brazalete metálico que llevaba en su antebrazo derecho y, sin pensárselo dos veces, lanzó un puñetazo hacia la cara de su enemigo. Pero este consiguió esquivar el golpe y volvió a lanzarle un corte, esta vez a la altura de la cara, que Brand esquivó por muy poco.

Yo terminé de ponerme en pie y avancé hacia Brandom para ayudarle, pero en ese momento una voz gritó desde el otro lado de la zona de acampada.

-¡A por Hirr! ¡Ve a por Hirr! ¡No dejes que se escape, Tim!

Era Phil, que corría hacia el centro del campamento con su espada larga desenvainada y cubierta en sangre. A sus espaldas yacía el cadáver de uno de los guardias. Rel continuaba luchando con el otro guardia.

Yo no sabía si ayudar a Brand o ir a por Hirr. Me quedé quieto unos segundos, indeciso, hasta que comencé a andar hacia Brandom, que estaba bloqueando un ataque del guardia con ambos brazaletes.

-¿A qué esperas, Tim?- me dijo él.- Si no te das prisa se va a escapar. No te preocupes por mí.

Después de que me dijera eso, apreté los puños y salí corriendo hacia el centro del campamento. Yo estaba a unos quince metros de Hirr, un poco más cerca que Phil. Y al parecer, corría más rápido que él. Intenté no pensar en el dolor que me recorría todo el cuerpo y el entumecimiento de mi mano derecha. Vi como Hirr estaba intentando alcanzar el coche y mis músculos se tensaron. Sin pensarlo dos veces saqué mi pistola para soldar. La había dejado cargada y a máxima potencia, por lo que no me preocupe en ajustarla. Apunté hacia el coche y disparé.

Un cubo de energía altamente concentrada del tamaño de un dado de Zihlör, ese juego de mesa tan famoso en la Isla del Yunque, salió disparada de aquella especie de cañón a gran velocidad. Conforme avanzaba iba perdiendo intensidad y el cubo se iba haciendo cada vez más pequeño. Apenas era un tercio del que disparé originalmente cuando alcanzó al coche en el lateral izquierdo. Pasó rozando por encima de la rueda delantera, que explotó. El resto del proyectil energético impactó en el coche.

Cuando la rueda estalló, Hirr ya estaba dentro del coche. Pero cuando intentó arrancarlo, no funcionó. Lo intentó varias veces pero el motor no reaccionaba. Posiblemente fuera gracias a mi disparo, el cual debió de alcanzar el motor o alguna pieza importante. O quizás que aquella chatarra no quería arrancar. Yo seguí avanzando hacia el coche sin pararme ni un instante. Cuanto estaba a punto de llegar a la puerta del piloto, vi como la otra se abría y Hirr salía torpemente.

Empezó a correr sin rumbo alguno. Yo rodeé el coche y continué persiguiéndole. Estaba bastante cansado y apenas acortaba distancia entre ambos, pero a Hirr se le cayó el maletín metálico que llevaba consigo y se tuvo que parar a recogerlo. Después de esto se tropezó y casi se cae, pero volvió a recobrar el equilibrio. Como yo ya estaba bastante cansado y me dolía demasiado el cuerpo, decidí dispararle.

A mi pistola apenas le quedaba energía después del último disparo, así que, si conseguía herirle, no sería muy grave. Apenas nos separaban tres metros, pero era lo suficiente para que mi disparo se pudiese desintegrar antes de alcanzar a Hirr. Aún así apreté el gatillo. Esta vez el proyectil energético era un cilindro y mucho más pequeño. Esperaba que, aunque no acertara el disparo, Hirr se asustara y esto le frenaría. Pero por suerte le di. Lo poco que quedaba del proyectil le alcanzó la pierna, quemando esa zona del pantalón y dejándole una leve quemadura. Hirr cayó de rodillas al suelo y después se desplomó.

Yo me acerqué a él y poco después llegaron Phil y Brand, Rel se nos unió después. Ninguno parecía herido. El coche donde estaban Urmont y Vins se acercaba a lo lejos a gran velocidad y los pocos segundos ya estaba parado al lado de nosotros. Hirr no paraba de sollozar y de agarrarse su pierna herida.

-Al final lo capturamos- dijo Phil poniendo su enorme pie sobre la espalda del narcotraficante.- Has estado genial, Tim. Tendremos que mirar esas heridas.

-¿Genial?- exclamó Urmont mientras se bajaba del coche.- Casi destroza toda la operación con esa estúpida caída.

-Vamos jefe, no seas duro con él. Es su primer encargo- le respondió Phil.- Y si no llega a ser por él y ese trasto lanzallamas se nos habría escapado.

-Deja de defenderle y ponedle las esposas al preso- dijo de mala gana Urmont mientras le lanzaba una placa rectangular con dos agujeros.- Y cuando esté seguro, subidlo a la parte de atrás. Tenemos que dejarlo en Lanins esta noche. Dejaremos sus heridas para cuando cobremos. Además, en dos días tenemos otro trabajo.

Y dicho esto dio media vuelta y volvió a entrar en el coche. Rel esposó al preso y entre Phil y él lo montaron atrás. Brand y yo solo intercambiamos miradas, pero yo estaba feliz porque todo había salido más o menos bien. Los dos nos montamos los últimos en la parte de atrás, donde ya no estábamos tan espaciosos. El coche arrancó con un ruido sordo y comenzó a moverse. Me dolía todo el cuerpo y estaba bastante exhausto, pero sabía que me esperaban situaciones peores. Este solo había sido el comienzo de las aventuras que nos aguardaban.

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