sábado, 17 de enero de 2015

Capítulo 7

Thixer Bluedreamer


La silueta continuaba acercándose lentamente, entre los árboles, con aquella tenue y extraña esfera luminosa flotando delicadamente a su lado. Yo seguía de rodillas en el suelo, con las manos sobre los brazos de Brand, inmóvil y con la cabeza girada, viendo como avanzaba aquel desconocido. Se acercó lo suficiente para que la luz que lo acompañaba le alumbrase la parte derecha de la cara y fuese reconocible. Tenía el pelo largo y oscuro y la mayoría para atrás, salvo varios mechones que le caía sobre la cara. Se mantenía tan rígido e inmóvil que parecía irreal. También pude ver que tenía puestas unas gafas de sol. Pensé que eran imaginaciones mías, ¿quién lleva gafas de sol en mitad de la noche? Pero al reflejarse la luz en ellas me di cuenta que realmente las tenía puestas. Estaba envuelto en una gabardina gris hasta los tobillos que brillaba como plata en las sombras. El viento hacía que la prenda se moviese a su merced y gran parte de su cara seguía oculta tras la gran solapa del cuello.

-¿Estás bien, chico?- preguntó con una voz seria y tranquila mientras se acercaba lentamente.- ¿Qué ha ocurrido?

En aquel momento reaccioné. Solté a Brand y me levanté lo más rápido que me permitieron mis piernas. Mientras me ponía en pie desenvainé mi espada y la sujeté con ambas manos, apuntando al desconocido con ella. Mis brazos y piernas no paraban de temblar y no podía dejar la espada quieta.

-¿Quién eres?- dije un hilo de voz.- No te acerques más.

-Ya te he dicho que soy un cazarrecompensas. Sólo quiero ayudar- me dijo, sin dejar de acercarse.

Me había alejado del tronco y estaba en una zona donde el árbol no me cubría tanto de la lluvia. Pronto empezó a mojarse más rápido la camiseta y me dio la impresión de que pesaba más de la cuenta. Las gotas de agua recorrían la hoja de mi espada y caían por la empuñadura para acabar en mis guantes. Aquel hombre no dejaba de avanzar. Apenas estaba a unos metros de mí cuando conseguí divisar algo estaño sobre su cabeza. La lluvia parecía detenerse unos centímetros por encima de él. Pero no se detenía, chocaba contra una especie de cúpula invisible. El agua bajaba por aquella barrera casi transparente hasta que, al llegar al final, empezaba a caer hacia el suelo. Cuando me quise dar cuenta ya estaba a menos de un metro de mí, y no se detenía. La luz comenzaba a deslumbrarme y tuve que entrecerrar un poco los ojos.

-¡No des un paso más!- dije estirando más los brazos e intentando dejar de temblar.- O... ¡O tendré que matarte!

Se detuvo con la punta de mi espada temblando a escasos centímetros de su cara.

-No creo que vayas a matar a nadie- dijo tranquilamente mientras levantaba su mano derecha y la colocaba, extendida, delante de mi espada.- Sólo quiero ayudar.

Apoyó la palma de su mano sobre la punta de mi arma. Unos segundos después movió rápidamente su mano hacia abajo. Mi espada empezó a pesar cada vez más, como si algo la estuviera empujando hacia el suelo. Mis brazos cedieron y acabó clavándose junto a mis pies. Se apartó un poco de mí y, sin cambiar el paso con el que se había acercado a nosotros, pasó caminando lentamente a mi lado y se acercó a Brand. Mi cuerpo no respondía y mis piernas comenzaron a temblar, aún así intenté darme la vuelta para detenerlo. Pero lo único que conseguí fue caerme de espaldas y acabar sentado en el húmedo suelo.

El  desconocido se agachó delante de Brand. Movió levemente su mano izquierda y la pequeña esfera de luz que lo acompañaba se alejó de él y se acercó a mi amigo, alumbrando su cuerpo. La sangre había llegado hasta sus pantalones, que estaban algo manchados por la parte delantera.

-Parece que sigue con vida- me dijo mientras se levantaba.- Pero si quieres que salga de esta, vas a tener que ayudarme.

-Haré lo que me digas- dije sin pensar mientras me ponía torpemente en pie.- Pero por favor, sálvale.

-Tranquilo, no debería de haber problema. Lo primero que vamos a hacer es tumbarlo y quitarle la ropa llena de sangre- mientras me hablaba se colocó a un lado de Brand y, agachándose un poco, acercó las manos a sus hombros. Pero apenas habían pasado unos segundos cuando volvió a ponerse en pie.- Antes de nada, vamos a deshacernos de esta incómoda lluvia.

Dicho esto levantó todo lo que pudo la mano derecha, con los dedos muy separados, unos segundos. De repente noté que la lluvia ya no caía sobre mí. Alcé la vista y me sorprendió ver las gotas golpear contra una especie de techo prácticamente invisible. Mientras yo estaba embobado mirando hacia arriba, el desconocido separó el cuerpo de Brand del árbol y lo tumbó sobre el suelo.

-Eh, chico. Ayúdame a quitarle la camiseta. Y cuidado con la herida.

Dejé de mirar hacia arriba y me acerqué rápidamente a mi amigo, todavía algo confuso. Le quitamos con cuidado la camiseta y le incorporé un poco, haciendo todo lo que me ordenaba. El desconocido acercó su mano derecha al abdomen de mi compañero y la dejó, con la palma extendida, a escasos centímetros de él.

-No creo que llegue a recuperar la conciencia, pero aún así sujétalo con fuerza- me advirtió.

Yo le hice caso, me coloqué detrás de Brand y lo agarré fuertemente por los brazos, con la parte superior de su espalda apoyada sobre mis piernas para mantenerlo algo incorporado. El desconocido me miró un momento, asintió y bajo la mirada hacia su mano. Un par de segundos después comenzó a moverse la zona de la herida y a brotar sangre de nuevo. Una especie de esfera cubierta de sangre salió disparada del cuerpo de Brand y se quedó flotando a escasos milímetros de la mano de aquel hombre. Durante todo ese tiempo mi compañero sólo se movió levemente cuando aquel objeto redondo salió de su herida.

-Como imaginaba, seguía con el proyectil en su interior- dijo mientas me acercaba con dos dedos aquella pequeña bola ensangrentada.

Cogí el proyectil con mi mano temblorosa y lo observé durante unos segundos hasta que me di cuenta de que el desconocido volvía a moverse. Esta vez había apoyado ambas manos, una encima de la otra, sobre la herida de Brand. Guardé la pequeña bolita en uno mis bolsillos del pantalón y volví a sujetar a Brand con fuerza, aunque este apenas se movía y casi ni respiraba.

-Puede que tarde un rato, es difícil de recordar- me dijo casi susurrando, aunque no lo entendí muy bien.

Pasaron un par de minutos durante los cuales permanecimos los tres inmóviles. Yo comenzaba a impacientarme y estuve a punto de preguntarle al desconocido qué era lo que pensaba hacer, pero parecía tan concentrado que decidí no molestarle.

Después de aquellos minutos, me pareció ver una leve sonrisa dibujada en el rostro impasible de aquel hombre. Se movió lentamente y ejerció un poco más de presión sobre la herida de Brand. Entonces una extraña y tenue luz verde brotó de debajo de sus manos. Los párpados de mi amigo se movieron débilmente hasta que por fin abrió lentamente los ojos.

Al ver al desconocido, con sus manos sobre él, Brand se intentó incorporar rápidamente, apartando los brazos de aquel hombre con una mano. Intentó alejarlo lanzándole un puñetazo pero no logró alcanzarle. En vez de eso perdió el poco equilibrio que tenía y volvió a acabar tumbado sobre el suelo. Yo, que ya había dejado de sujetarle cuando recobró el conocimiento, me había apartado y observaba aquella escena casi sin creermelo.

-Tranquilo, no voy a hacerte nada- dijo poniéndose de pie rápidamente y alejándose de Brand con las manos levantadas.- Sólo pretendía ayudar.

-¡Brand!- grité con los ojos vidriosos y una amplia sonrisa en la cara mientras me acercaba corriendo hacia él.- ¡Estás vivo!

-¿Quién es?- me preguntó mi compañero un poco desorientado mientras volvía a intentar incorporarse, dejando escapar una ligera mueca de dolor.

-Dice que es un cazarrecompensas- le respondí mientras le ayudaba a incorporarse.- Él es el que te ha salvado.

-Me llamo Thixer. Cazarrecompensas de segunda clase- dijo mientras inclinaba levemente la cabeza a modo de saludo.

-Oh, entonces creo que le debo una disculpa- dijo Brand avergonzado mientras se acercaba a él con la mano derecha sobre su barriga. Cuando estuvo lo suficientemente cerca alargó su mano.- Me llamo Brand, gracias.

Cuando apartó la mano de su cuerpo, me quedé igual de sorprendido que mi amigo al comprobar que no había ni rastro de la herida. Solamente una tenue cicatriz blanquecina.

-Eso... Eso es imposible- dije pálido.- Hace unos minutos no dejaba de sangrar. Y... Y ahora no tiene ni rastro de la herida.

-Tim tiene razón. Pensé que simplemente habíais detenido la hemorragia, porque todavía noto unas ligeras punzadas...- comenzó a decir mi amigo mientras intercambiaba miradas llenas de asombro entre su abdomen y el cazarrecompensas.- Pero de ahí a que esté totalmente sanada y cicatrizada... Ninguna medicina es capaz de lograr eso en tan poco tiempo.

Thixer comenzó a andar lentamente, pasando a nuestro lado, hasta que llegó al árbol que teníamos detrás. No dijo nada hasta que se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en el tronco, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

-En realidad, Brand, sí que hay medicinas que pueden lograr eso- respondió por fin, mientras se frotaba lentamente el cuello con una mano.- Hay una planta que sólo crece a gran altitud, en las montañas del norte. Si preparas un ungüento con sus hojas, añadiéndole cierto licor sureño, podrás...

-Pero no había ningún ungüento, lo vi con mis propios ojos. Tenía las manos vacías- interrumpí.

Abrió la boca con intención de decir algo pero quedó en un ligero suspiro. Estuvo poco menos de un minuto mirando al suelo hasta que por fin levantó la mirada y comenzó a hablar.

-Eso es algo que, alguien como vosotros, no deberíais saber. Es difícil de explicar y también de entender, y, sinceramente, no me corresponde a mí hablaros sobre ello- dijo mientras alternaba miradas entre Brand y yo, moviendo levemente su cabeza.- Os agradecería que no me preguntaseis nada acerca de lo que veáis a lo largo de esta noche.

Dicho esto volvió a ponerse en pie y se nos acercó, era un poco más bajo que Brand pero aún así me pareció bastante alto. Y fue entonces cuando pude fijarme mejor en él.

Su pelo hacia atrás le llegaba más allá de sus hombros y aquella sensación de rigidez que noté la primera vez que le vi se acentuó. No lo tenía liso completamente, algunos mechones brotaban hacia abajo como cuchillos. Sus gafas de sol no eran muy grandes y se limitaban a ocultar sus ojos, pero eran de un negro tan profundo que, con tan escasa luz, me fue imposible ver más allá de ellas, y eso me molestaba. Su gabardina plateada parecía quedarle bastante grande y un par de botones metálicos la cerraban a la altura de su pecho, dejando la parte derecha fija sobre la izquierda. Pero conforme iba bajando, esta se iba abriendo. Las grandes solapas del cuello habían dejado de revolotear a merced del viento y caían sobre su pecho dejando ver la parte superior de la prenda oscura que llevaba debajo.

Una gran cinta de cuero marrón le cruzaba el cuerpo, aparecía por el hombro derecho y se perdía de vista un poco por encima de su cintura izquierda. Entonces caí en que le había estado dando vueltas a algo desde que aquel desconocido pasó a mi lado. Algo que me había llamado la atención y que, en otras circunstancias, me habría fijado más detenidamente y mucho antes.

Cuando paso a nuestro lado, antes de girarse para sentarse en el suelo, vi lo que llevaba a la espalda. Conseguí ver brevemente que tenía atado a aquella cinta un gran libro que descansaba sobre su espalda, inmóvil. Me pareció extraño, pero estaba tan conmocionado con los hechos ocurridos minutos antes que mi curiosidad pasó a segundo plano.

-Creo que no hemos tenido la ocasión de presentarnos como es debido- dijo cuando estaba delante de mí, mientras extendía su mano derecha.- Tú eras...

-Tim. Soy Tim- le dije estrechándole la mano.

Tras el primer contacto, noté que apretaba ligeramente mi mano. Aunque yo no estaba acostumbrado a saludar de aquella manera, me dio la sensación de que lo estaba haciendo con demasiada fuerza. Y él pareció darse cuenta también, pues aflojó un poco. Aún así, se limitó a mirar fijamente mi mano derecha mientras la sacudía levemente.

Estuvimos cerca de un minuto dándonos la mano. Yo no quería retirarla bruscamente para no parecer maleducado. Para cuando empecé a impacientarme, Thixer reaccionó y entonces levantó la mirada y me soltó la mano.

-Bueno... Creo que lo más recomendable es que pasemos aquí la noche- nos dijo mientras pasaba entre nosotros. Se paró a escasos metros, mirando los árboles y la oscuridad que había tras ellos.- A no ser que tengáis pensado marcharos. En mitad de la noche. En vuestro estado actual.

Tras escuchar eso, una sensación de angustia comenzó a crecer en mi interior. Urmont, el trabajo, los Espinas de las Arenas, aquel chaval del camino. Me di cuenta de que llevábamos varias horas sin ponernos en contacto con el resto.

Después de que hirieran a Brand, había apartado de mi cabeza toda responsabilidad y, desde que apareció aquel misterioso cazarrecompensas, mi mente se había sumergido en un mundo completamente irreal. Aquellos minutos previos a la recuperación de mi amigo me habían parecido eternos, como si el tiempo fluyera más despacio. La voz de aquel hombre, el sonido de la lluvia golpeando el suelo, el ruido de aquellos tenebrosos árboles meciéndose por el viento. Todo resonaba en mi cabeza, como un eco continuo. Los oídos no dejaban de zumbarme y apenas conseguía mantenerme en pie.

Pero todo volvió a la normalidad cuando Brand abrió los ojos. O casi todo. Aunque mis sentidos se hubiesen recuperado, los hechos ocurridos después de que mi amigo se curara se presentaban algo confusos. Incluso a día de hoy se me hace difícil decir con certeza lo que ocurrió aquella noche desde que aquel extraño apareció.

Brand me lanzó una mirada de profunda preocupación al escuchar a Thixer.

-Sí, lo sé. Voy a intentarlo de nuevo- dije antes de que él dijera nada. Brand había recordado lo mismo que yo.

Sin mediar más palabra, encendí mi ordenador y comencé a intentar establecer conexión con Urmont. Fue un alivio comprobar que no se había dañado por la lluvia, al igual que mis preciados auriculares. Después de intentarlo varias veces sin éxito, conseguí conectarme a nuestro canal de radio. Vins respondió. Bueno, o lo intentó.

-Tim... ¿Eres tú? ¿Hola?- su voz sonaba distorsionada y entrecortada. Después de decir eso, perdimos la conexión de nuevo.

Empecé a ponerme nervioso. Andaba en círculos, con el brazo en alto, para ver si conseguía mejorar la conexión, pero fue inútil. Mientras intentaba desesperadamente solucionar el problema de la señal de radio, escuchaba de fondo a Brand y a Thixer hablando. Pero no les presté atención, estaba demasiado concentrado en conseguir contactar de nuevo, mientras maldecía la mala señal que tenía.

Cuando estaba empezando a hacerme a la idea de que no iba a volver a conseguir establecer conexión, un extraño mensaje apareció en la pantalla. Aquella pequeña ventana rezaba: “Imposible establecer contacto por radio. Comuniquémonos por escrito. Para mensajes de texto no necesitas tan buena conexión. Necesitamos saber vuestra situación actual.”

Me paré en seco y miré la pantalla durante unos instantes, leyendo detenidamente una y otra vez aquel mensaje. Después de comprender la situación, cerré aquella ventana y comencé a investigar el programa del comunicador. En pocos segundos ya había encontrado un pequeño símbolo, una especie de sobre abierto. Entré en mi registro de mensajes, donde estaba el mensaje de Vins y comencé a responderle.

Decidí no explicar demasiado, no quería perder la poca señal que tenía. Después de seleccionar “Enviar” mantuve el brazo en alto, como si eso fuera a influir. Pero lo importante es que en aquel momento yo tenía la certeza de que ayudaba. Y finalmente conseguí enviar mi mensaje.

“Estamos en el bosque, sanos y salvos. Está con nosotros un cazarrecompensas, es de fiar.”

-¿Lo has conseguido?- me preguntó casi susurrando Brand, que miraba lo que estaba haciendo por encima de mi hombro.

No me lo esperaba y, como aún seguía en tensión por el tema de la señal, me sobresalté y me faltó poco para perder el equilibrio al alejarme de él.

-No me des esos sustos- dije, todavía respirando entrecortadamente. Respiré hondo, solté todo el aire de golpe y sonreí abiertamente mientras levantaba mi mano derecha con el pulgar extendido.- Me he puesto en contacto con ellos. Les he dicho que estamos bien.

-¿De verdad? Al fin una buena noticia…-dijo mientras se frotaba la cara con una mano.- ¿Te han dicho dónde están o si tenemos que hacer algo en especial?

-No… Todavía no ha respondido mi mensaje. En cuanto lo reciba te aviso.

Dicho esto, me acerqué al árbol más cercano y me senté en el suelo, con la espalda apoyada en el tronco. Apenas pasaron unos cinco minutos cuando un nuevo mensaje apareció en la pantalla: “Vamos a Lanins con cuatro bandidos. Por la mañana saldremos a por vosotros. Estad atentos del camino.” Al leerlo, expulsé mediante un profundo suspiro toda la tensión y angustia que había estado acumulando minutos atrás.

En cuanto recibí el mensaje, le respondí diciendo que estábamos conformes y me dirigí hacia donde estaba Brand.

-Habrá que pasar la noche aquí- le dije encogiéndome de hombros.- Urmont y los otros se dirigen hacia Lanins. Hasta que amanezca no saldrán a por nosotros.

-¡A Lanins! ¿Y qué se les ha perdido allí?- preguntó exaltado Brand.

-Llevan a cuatro prisioneros, supongo que cuando los entreguen saldrán a por nosotros- dije intentando calmarlo.

Brand se acercó un poco inquieto, teniendo en cuenta su natural inexpresividad. Me cogió del brazo y nos alejamos un poco de donde estaba Thixer, que en ese momento se encontraba recogiendo algunas ramas que encontraba por el suelo.

-¿Y piensas quedarte a pasar la noche con él?- me dijo mientras señalaba al cazarrecompensas haciendo un gesto disimulado con la cabeza.

-Sí, ¿qué hay de malo?- le respondí extrañado.

-Eso mismo me pregunto yo. ¿Qué hay de malo?- dijo en alto Thixer mientras seguía recogiendo ramas.

Brand y yo nos miramos algo desconcertados y permanecimos callados sin sabe qué decir. Era prácticamente imposible que nos hubiera escuchado a la distancia a la que estaba de nosotros.

-Yo pienso que no hay nada de malo. Al fin y al cabo, conmigo es como más seguros podríais pasar la noche en este bosque.- dijo mientras se nos acercaba, sosteniendo con ambos brazos un montón no muy grande de ramas.- Y me sorprende que todavía sigáis sin confiar en mí.

Dicho esto, dejó caer la madera que llevaba al suelo y se arrodilló junto a ella. Hizo un pequeño surco con una rama y comenzó a apilar los palos dentro del mismo.

-Brand, tiene razón. Él es el que nos ha ayudado, creo que lo mínimo que podríamos hacer es confiar en él- le dije mientras me acercaba a mi espada, que seguía clavada en el suelo. La conseguí desclavar sin mucho esfuerzo y, tras sacudirla una vez con firmeza, la envainé mientras me daba la vuelta.- Thixer, vamos a pasar aquí la noche.

miércoles, 9 de abril de 2014

Capítulo 6

Los Espinas de las Arenas.


Llegamos a Lanins a última hora de la tarde. Tardamos más porque nos paramos a mitad de camino para almorzar y para que Vins descansara un poco, porque tenía unas ojeras exageradas. Aun así, Urmont estaba deseando entregar a Hirr, cobrar la recompensa y desentenderse. El dolor que me recorría todo el cuerpo fue disminuyendo a lo largo del viaje, aunque tuvieron que vendarme los dos antebrazos, desde la muñeca hasta el codo, y la rodilla izquierda porque tenía varios cortes. También tenía algunas contusiones en el resto del cuerpo, pero no les prestaba mucha atención ya que no hacía nada más que pensar en que nuestro primer trabajo había salido bien.

Aparcamos el coche a siete calles de las oficinas del Cuerpo de Cazarrecompensas. Vins se quedó durmiendo en el coche mientras Urmont fue a entregar al prisionero y cobrar su recompensa. Phil y Rel se encargaron de custodiar a Hirr  hasta que lo encerraran. A Brand y a mí nos tocó vigilar el coche y todas las cosas. Esperamos cerca de hora y media hasta que volvieron. Urmont llevaba una bolsa de cuero marrón, del tamaño de mi puño, cerrada con un cordón, también de cuero, y una carpeta negra plastificada, igual que la del encargo anterior pero esta parecía estar en mejores condiciones.

-¡Vins, despierta!- gritó Urmont golpeando el lateral del coche con la palma de su mano.

El ayudante, que estaba tumbado ocupando los asientos delanteros, se levantó de golpe y salió tan rápido del coche que se golpeó la cabeza con el marco de la puerta.

-Esta es tu parte- le dijo Urmont lanzándole la bolsa de cuero.- Son veintidós Vahls. Los cuatro restantes dáselos a nuestro joven mecánico. Aunque fastidiara nuestro plan desde el principio, fue gracias a él que conseguimos capturarle.

-¿Qué? Desde un principio dijiste que no le ibas a pagar a ellos- protestó Rel.- En vez de darle cuatro Vhals, ¿por qué no cobramos uno más cada uno?

-¡Cállate de una vez, Rel!- le gritó Urmont.- Dije que no cobrarían como ayudantes, no que no pudieran recibir algo de dinero cada vez que lo hagan bien. Además, ¿vas a pelearte por una mísera moneda de plata más?

-Lo siento jefe- se disculpó el ayudante.- Es sólo que pensé que ellos no iban a cobrar después de lo que recibimos nosotros.

-¿Te parecen pocos veintidós Vhals para cada uno de vosotros?- le preguntó Urmont, que ya se había acercado más a él para discutir.- Menos mal que subieron su precio a cien de plata porque algunos jóvenes en las ciudades han muerto a causa de esa droga. Si no llega a ser por eso sí que cobramos poco.

-Toma chico, tu “parte”- me dijo Vins con una risita mientras dejaba cuatro monedas, una sobre otra, en el capó.- He de reconocer que no me agrada que a un mocoso que acaba de llegar y que tiene suerte con las máquinas le llamen mecánico cuando a mí nunca me lo dicen, pero me caes bien.

Bajé de un salto de la parte de atrás y recogí las monedas. Me quedé mirándolas durante unos segundos. Era la primera vez que tenía dinero real en mis manos. En los suburbios se solía comerciar con trueques o con una moneda propia de allí. La verdad es que tampoco había tenido muchas veces aquel dinero “falso” mientras estaba en los suburbios.

Pero aquellas monedas no podían compararse con aquellos trozos irregulares de metal. Eran perfectamente circulares y no muy grandes, del tamaño de una chapa de zumo de Hyl. Apenas tendrían medio centímetro de grosor y no pesaban mucho, así que debían de estar hechas de otro metal más ligero y bañadas en plata, pura o no eso ya no lo sabía. Pero eso no me importaba en aquel momento, eran las monedas más bonitas y brillantes que había visto nunca, aunque estuviesen melladas por los bordes. Cada una tenía un uno grande con una “V” a la derecha en una cara. En la otra tenían una especie de corona de tres puntas con un texto ilegible rodeándola.

-Toma Brand, tu parte- le dije lanzándole dos monedas.

-¿Por qué me las das a mí?- respondió tras coger ambas monedas con una mano.- El mérito es tuyo.

-Bueno, tú te encargaste de aquellos dos matones,también lo hiciste bien- le respondí, con una sonrisa, levantando el pulgar de la mano izquierda y guiñándole el ojo derecho.

-Venga, basta de charla- dijo Urmont mientras abría la puerta del copiloto.- Todos al coche, tenemos un nuevo trabajo. A ver si este lo acabamos pronto.

Regresamos todos al coche, ocupando los mismos sitios que antes. Supuse que no cambiaríamos de sitio de ahí en adelante. Yo estaba bastante cansado. En todo el viaje de vuelta apenas había podido dormir, sobre todo porque tenía a Hirr al lado y no conseguía relajarme. Él pasó todo el trayecto mirando hacia el suelo y moviendo nerviosamente las manos. Decidí que lo mejor era no preguntar y esperar a que me informasen sobre nuestro siguiente trabajo. Me incliné un poco, intentando no molestar al resto, y cerré los ojos.

Me desperté muy desorientado y con la sensación de que había dormido demasiado y llegaba tarde a algún sitio. Cuando me situé un poco, después de frotarme repetidas veces los ojos, vi a Phil de pie, dándole patadas a Rel para despertarlo. Brand estaba delante de mí, con su mano derecha sobre mi hombro, mirándome con su impasible cara.

-Ya hemos llegado- me dijo cuando vio que ya me había despejado un poco.- Urmont nos va a dar la siguientes instrucciones. Vamos.

Brand se bajó de la parte de atrás y Phil le siguió. Yo empecé a ponerme en pie torpemente pero Rel pasó al lado mío y me golpeó levemente al pasar, lo suficiente para hacerme perder el poco equilibrio que tenía y caer de espaldas. Por suerte no me salí fuera del vehículo y apenas me hice daño.

-Ten cuidado- me dijo con un tono de reproche.- Mira por dónde vas o en el próximo trabajo no tendrás tanta suerte.

Y después de decirme esto bajó del vehículo de un salto. Me quedé unos segundos sentado, con el trasero dolorido, hasta que decidí volver a levantarme. Cuando bajé del coche todos estaban de pie a un lado del camino, a la sombra de los árboles. Fue entonces cuando me fijé en donde estábamos. Habíamos parado en un cruce de 3 caminos, ninguno de ellos asfaltado. Supuse que uno, el que iba en dirección norte, era por el que habíamos venido, los otros dos parecían bordear una especie de bosque al que no le encontraba fin. Los árboles me resultaban familiares pero no tenía tiempo para fijarme mucho más ya que me estaban esperando.

-Como les estaba explicando, Tim, este trabajo es mucho más importante que el anterior- dijo Urmont cuando me acerqué al grupo.- Esta vez vamos detrás de un grupo de contrabandistas miembros de una banda llamada Espinas de las Arenas. Como ya sabéis, esta banda se está haciendo bastante famosa porque se rumorea que han conseguido armas de fuego y que están empezando a traficar con ellas. Aunque sea sólo un rumor, los de arriba están empezando a inquietarse y quieren acabar con esta banda cuanto antes.

-¿Armas de fuego? Es imposible que tengan armas de fuego. ¡Se destruyeron hace siglos!- exclamó inquieto Rel.

-Por favor Rel, déjate de tonterías y cálmate- le reprendió Phil.- Con armas de fuego o sin ellas, no dejan de ser unos bandidos. Seguro que si les clavo mi espada hasta el mango en el pecho mueren como el resto.

Después de decir esto, Phil empezó a reírse él solo. Cuando se dio cuenta de que todos estábamos algo preocupados ahogó una carcajada, dejó caer los hombros, bajó un poco la cabeza y adoptó una expresión seria. Con un gesto le indicó a Urmont que podía seguir.

-Bueno, la verdad es que ambos tenéis algo de razón. Las armas de fuego son peligrosas. Dicen que podían matar a alguien a más de cincuenta pasos de distancia. También he oído que se parecen a los rifles o ballestas de descargas que suelen tener los cuerpos de élite de la policía en las ciudades, pero como nunca he visto uno de esos tampoco puedo daros detalles. Por otra parte, si tenemos un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, será como otro cualquiera- dijo Urmont mientras abría la carpeta y sacaba unos papeles.- Esta vez lo que tenemos que hacer es recuperar el cargamento. Lo que hagáis con los bandidos no les importa ya que la recompensa es por la mercancía, y por lo tanto, no me importa a mí. Eso no quita que si capturamos a algunos con vida nos darán algo por ellos.

Después de decir esto me miró fijamente unos segundos. Lo había dicho especialmente por mí. Sabía que la idea de matar a alguien me aterraba, y no se equivocaba. Esos segundos me resultaron eternos, incluso Rel y Vins me miraron al ver que ese comentario iba dirigido a mí.

-Bueno, hay algunos inconvenientes. Y por ellos vamos a tener que volver a dividirnos.- dijo Urmont para romper el silencio que él mismo había empezado.- El primero es que los bandidos han bordeado el bosque, pero no sabemos exactamente por donde. Y como no podemos arriesgarnos a ir por un camino y que ellos vayan por el otro, vamos a tener que hacer un grupo que vaya por el lado este del bosque y otro que vaya por el oeste. El segundo es que nos encontramos en el famoso Bosque de Edhrierlym. Todos hemos oído las historias que cuentan sobre este lugar, pero os pido que no seáis unos cobardes lloricas y que no os asustéis por estar cerca de él. Además, ni siquiera vamos a tener que entrar.

¡Eso era! Con razón me sonaban tanto los árboles y el lugar. Nos encontrábamos en el mismo camino que habíamos tomado Brand y yo cuando íbamos de hacia Lanins.

-Los grupos son parecidos a los del anterior trabajo. Tim y Brand irán por este camino andando, dirección sur. El resto iremos hasta el camino del lado oeste. Phil y Rel se bajarán al principio y seguirán a pie el resto. Vins y yo iremos en el coche todo el rato, os esperaremos al sur del bosque, en el cruce de ambos caminos. Pasaremos bastante rápido, por lo que si nos cruzamos con el grupo de bandidos no creo que tengamos problemas. Así podremos informaros para que sepáis con certeza por donde van. En cuanto haya contacto visual con los bandidos, quiero que informéis por radio, ¿entendido? Nada de actuar por vuestra cuenta.

-Si encontramos a alguien, ¿cómo sabremos si son los bandidos a los que estamos buscando?- preguntó Brad, cruzándose de brazos.

-¿Además de por su fiero aspecto, sus gastadas ropas y las armas?- le respondió Urmont en tono de burla. Tras ver que Brand permanecía impasible, su sonrisa se fue apagando.- Está bien, veo que no tienes sentido del humor. Todo el clan lleva su emblema, una especie de planta retorcida repleta de espinas en rojo, dicen que representa un “brote del desierto”. Cada miembro lo lleva a su estilo, claro está. Entre esos canallas no existen tales cosas como uniformes, aunque la mayoría lo suelen llevar dibujado en sus ropas, a la espalda. Otros, incluso, tatuado en su cuerpo. Pero, eso sí, en cuanto veáis a una sola persona con ese símbolo, escondeos si podéis, pues son peligrosos. No conviene tomarlos a la ligera, lo mejor es que los ataquéis por sorpresa.

-¿Y si nos ven ellos antes?- pregunté nervioso.

-Si eso ocurre, actuad lo más rápido que podáis, o comprobaréis si es cierto lo que dicen sobre las armas de fuego- me respondió Urmont, y dicho esto recogió rápidamente los informes que había sacado antes de la carpeta y los volvió a guardar.- Muy bien. Todos tenéis vuestros comunicadores, es hora de empezar.

Brandom y yo nos quedamos a un lado del camino mientras Urmont y los otros tres ayudantes subían al coche. Vins no dejó de recordarnos que tuviéramos los transmisores operativos en todo momento y que nos comunicásemos con ellos cada cinco minutos mientras Phil no paraba de desearnos suerte a gritos, gritos que acabaron convirtiéndose en maldiciones hacia los bandidos y sus armas de fuego.

En un par de minutos ya veíamos alejarse el jeep, dejando tras él un rastro de polvo. Brand no tardó en ponerse en camino y yo le alcancé en cuanto dejé de divisar el vehículo. Pasamos un par de horas andando cerca de los árboles, por si en algún momento teníamos que ocultarnos. Había tramos en los que podíamos ir más rápido que en otros. Tuvimos incluso que ir agachados por más de quince minutos un par de veces. Y, por supuesto, cada cinco minutos contactaba con nosotros Vins para saber si había novedades. A la hora de que nos separáramos del resto, nos habló Urmont para informarnos de que Rel y Phil acababan de bajar del vehículo y que iban a continuar a pie.

Los minutos se me hacían eternos y mi agotamiento aumentaba. Y Brand tampoco es que ayudara. Apenas hablamos, y la mayoría de las conversaciones que mantuvimos las inicié yo y apenas duraban unos minutos. Le pregunté sobre él, sobre su pasado, de dónde era, en qué ciudades había estado. Pero sus respuestas siempre eran cortas y carentes de detalles, por lo que supuse que no le gustaba hablar sobre él. Pero al cabo de otras dos horas comprobé que no le gustaba hablar de nada.

Cuando me preguntó que si quería parar a almorzar y descansar un rato, no me lo creía. Comimos en silencio, entre los árboles, las provisiones que había traído Brand. Me dijo que sabía que yo no iba a traer nada y que por eso había traído de sobra. Ese detalle compensó las cuatro horas de camino sin apenas conversar. Descansamos cerca de una hora, no podíamos permitirnos pararnos más tiempo, y después volvimos a continuar.

Empecé a fijarme en el bosque, no entendía por qué la gente no quería ni hablar de él. Es verdad que después de la cuarta o quinta fila de árboles no veías nada más que oscuridad, pero los árboles eran altos y de una corteza suave casi todos, marrones algunos, grises otros. El suelo estaba cubierto por vegetación y una vez que te tumbabas sobre él, no querías levantarte. Pensando en el bosque me acordé de aquel joven que nos encontramos la noche que dejamos Alhenrir.

-Oye Brand, ¿qué crees que le habrá pasado a aquel chico que nos encontramos en este bosque?

-No lo sé- me respondió seriamente.- Pero si ha conseguido sobrevivir con esas heridas, seguro que está bien.

-Eso espero- dije sonriendo.- Me gustaría poder volver a encontrármelo y hablar más tiempo con él. Parecía simpático.

-Supongo. Aunque deberías de tener cuidado. Una persona no acaba tan mal herido sin haber hecho algo.

-Ya nos lo dijo él. Se hizo las heridas peleando contra un dragón, y yo le creo- le dije frunciendo el ceño.- Seguro que puede contarnos muchas cosas sobre sus...

Brand me mandó callar con un gesto y nos escondimos tras unos árboles. En el camino pudimos ver una persona sentada al lado de un fuego y con una mochila al lado. Estuvimos un rato más observándole pero no conseguimos averiguar nada. La persona se levantó y comenzó a lanzar arena al fuego con los pies.

-Voy a preguntarle si ha visto a alguien- le susurré a Brand.

-Espera, no sabemos si es una trampa- pero antes de que terminara de hablar yo ya había salido al camino- Maldita sea, Tim. Vas a conseguir que nos maten.

Brand salió de entre los árboles y me alcanzó. Apenas estaba a cinco metros del desconocido cuando Brand me agarró del brazo evitando que me acercara más. Cuando le miré lo único que recibí como respuesta fue una mirada de desaprobación. Por detrás la persona parecía un hombre igual de alto que yo y con el pelo corto y negro. Parecía concentrado en apagar el fuego.

-Perdona. ¿Has visto pasar por aquí a algunos hombres de mal aspecto?- le pregunté en alto.

La persona se giró rápidamente, no nos había escuchado acercarnos. Pude ver que aquel hombre era un chico más o menos de mi edad. Llevaba pantalones largos, marrones y gastados, y una chaqueta vaquera sin mangas. Debajo llevaba una camiseta negra de manga corta. Pero lo que me llamó la atención no fue el estado de su ropa, fue el dibujo de su camiseta. Tenía dibujado una extraña línea irregular de color rojo que se dividía en otras dos que se curvaban, la de la derecha describía un arco y la de la izquierda describía una espiral. Yo había visto ese símbolo antes. Era un brote del desierto. ¡Aquel chico era de los Espinas de las Arenas!

Tanto a Brand como a mí nos sorprendió ver aquel emblema en la camiseta de un chico tan joven. Yo me quedé inmóvil unos segundos, pero Brand actuó rápidamente. Tiró hacia atrás de mí y se colocó delante. Pero, el bandido se había movido aún más rápido y ya estaba preparado. Sostenía en las manos un extraño objeto, que supuse que eran una de esas famosas armas de fuego. Sujetaba un cilindro metálico, que imaginé que sería el cañón,  con la mano izquierda. Con la derecha, a la altura de la cintura, sostenía una pieza metálica irregular de la que sobresalían unos engranajes por un lateral y que estaba conectada con uno de los extremos del cañón. Al otro lado del mismo, el que apuntaba hacia nosotros, había una extraña pieza metálica rectangular y de un color más oscuro. Pero no pude fijarme mucho en su arma, pues Brand se había puesto en medio y corría hacia el enemigo.

Cuando le vi pasar delante de mí, mi cuerpo comenzó a responder. Sin pensármelo dos veces, eché a correr detrás de Brand mientras desenvainaba mi espada. Pero, apenas habíamos dado unos pasos cuando el bandido ya había apretado, con su mano derecha, la pequeña palanca que sobresalía de la pieza metálica.

Un fuerte rugido salió del cañón, acompañado de un fogonazo. Antes de que el arma se elevase debido al retroceso, comenzó a salir un humo gris de los laterales del rectángulo metálico que había en el extremo del cañón. A los pocos segundos ya había una cortina de humo entre nuestro atacante y nosotros. Yo me detuve un poco con el rugido, pero, en cuanto vi aparecer el humo del cañón, decidí seguir corriendo, antes de que aquella nube gris se hiciera más densa. Pronto alcancé a Brand, que se había quedado inmóvil después del disparo. Después de pasar al lado suyo, me giré para decirle que me siguiera, pero ninguna palabra salió de mi boca. Mis piernas se fueron deteniendo poco a poco hasta que me paré por completo. Me quedé unos instantes mirando a Brand con los ojos muy abiertos. Tenía las manos en el estómago, la cabeza agachada y la mirada perdida. Las apartó de él lenta y temblorosamente, mientras las seguía con la mirada. Entonces vi que tenía las palmas cubiertas de un color granate oscuro. En su camiseta negra empezó a aparecer una mancha aún más oscura. Levantó la cabeza y me miró un instante antes de caer de rodillas al suelo. El golpe seco de sus rodillas contra el suelo me hizo reaccionar.

-¡Brand!- grité mientras corría hacia él.- ¿Qué te pasa? ¡Brand!

Cuando llegué a su lado ya se estaba incorporando y, cuando intenté ayudarle a levantarse, rechazó mi ayuda con un gesto. La mancha de la camiseta cada vez era mayor y él estaba cada vez más blanco. Se puso de pie tembloroso y, sin mediar palabra, se quitó la mochila de la espalda, la abrió y, después de buscar un par de segundos, sacó una pequeña mochila de de tela verde oscuro, cerrada con un cremallera. La abrió y sacó unas vendas y un trapo relativamente blanco.

-Tim, ¿te importaría ayudarme un momento?- me preguntó mientras se levantaba la camiseta con un gesto de dolor.

-Sí... Claro- le dije instintivamente,  pero el cuerpo apenas me respondía.

Al final conseguí centrarme. Brand se sentó en el suelo y se limpió la sangre de alrededor de la herida con el trapo, después de echarle algo de agua de la que tenía en su cantimplora. Una vez que se había limpiado más o menos la herida, le ayudé a ponerle una venda. Aunque no lo hice muy bien, a él no le importó.

-Esto es sólo provisional- me dijo mientras se levantaba.- Venga, en marcha. Si no alcanzamos a ese maldito bandido, al menos tenemos que llegar con el resto.

Empezó a andar pero empezó a tambalearse y se habría caído si no le hubiese sujetado. Aunque insistía en que él podía andar sólo, yo no le solté. Estuvimos andando así como una hora. Nos metimos dentro del bosque, siempre sin perder de vista el camino, porque Brand no quería arriesgarse a que hubiese más bandidos esperándonos. Intenté contactar con Urmont y los chicos varias veces sin éxito. Cuando finalmente lo conseguí, apenas escuchaba a Vins y perdí la conexión a los pocos segundos.

Unas nubes grises aparecieron en el cielo, tapando prácticamente el sol. Anochecería en poco menos de una hora, y era lo que más temíamos. Pero, por desgracia, tuvimos que parar de vez en cuando para que Brand descansara. Se sentaba con la espalda apoyada en un árbol y respiraba lentamente durante unos minutos. Luego volvía a levantarse y seguíamos andando.

Cuando apenas quedaban una media hora de sol, comenzó a llover. No se le podía llamar lluvia a aquello. De vez en cuando sentías que una gota golpeaba tu rostro y esto te recordaba que estaba lloviendo, pero sabíamos que no iba a seguir así mucho tiempo. Pronto empezaría a llover más fuerte, y eso sería un problema. Otro más.

Unos minutos después, pasó lo inevitable. Comenzó a llover cada vez más fuerte y las últimos rayos de sol desaparecieron, dejando paso a una fría noche. Yo intentaba una y otra vez contactar con Vins, pero no lo volví a conseguir. Estaba empezando a ponerme nervioso, ya no veíamos por dónde íbamos ni si había alguien esperándonos y Brand Cada vez estaba más cansado y se llevaba más a menudo la mano a la herida.

Al final decidimos parar en el árbol más grande que encontramos y con más hojas, para poder refugiarnos algo de la lluvia. Brand se sentó en el suelo y apoyó la espalda contra el tronco. Estaba empezando a temblar y se le cerraban los ojos. Yo ya no sabía qué hacer, estaba a punto de romper a llorar, pero sabía que eso no ayudaría. Me quité la chaqueta y se la puse por encima. Él ni hizo el amago de rechazarla, sólo abrió un poco los ojos y me miró. Su mirada me parecía más distante y cansada, en vez de la seria y firme que siempre tenía.

Encendí mi ordenador, en parte para que la luz de la pantalla pudiese iluminarnos algo y para volver a intentar contactar con el resto. Pero antes de hacer nada, Brand se empezó a caer hacia el lado. Dejé lo que estaba haciendo para intentar sujetarlo, pero no me dio tiempo y su cuerpo chocó contra el suelo. Volví a levantarlo y lo apoye contra el árbol. Tenía los ojos cerrados y la boca un poco abierta. Unas lágrimas aparecieron en mis ojos y comenzaron a caer por mis mejillas.

-¡Brand, vamos, despierta!- le grité mientras le daba palmaditas en la cara y le zarandeaba.- ¡Respóndeme, Brand! ¡No te mueras ahora, por favor!

Todavía le estaba zarandeando cuando una tenue luz apareció a mi espalda. Dejé de gritar, de llorar y giré mi cabeza lentamente. Una pequeña esfera de luz avanzaba flotando entre los árboles, hacia nosotros. Yo me quedé paralizado, sin saber qué hacer. Sólo observaba a la luz avanzar hacia nosotros. Cuando se acercó un poco más, pude distinguir una silueta oscura andando al lado de aquel extraño foco. El desconocido se paró a unos pocos metros de nosotros.

-¿Q…Quién eres tú?- le pregunté con un hilo de voz.


-Me llamo Thixer Bluedreamer- respondió la sombra con una voz lenta y penetrante.- Y soy un cazarrecompensas.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Capítulo 5

Empieza la acción.


Seguimos andando durante diez o quince minutos hacia el este. Vins y Urmont se adelantaron con el coche y cuando nosotros llegamos, Vins ya tenía un transmisor de radio bastante grande instalado en la parte de atrás del coche conectado a una pequeña antena circular que estaba sobre el techo. Urmont tenía desplegado un mapa del área en el suelo de la parte de atrás y estaba dibujando cosas sobre él con un rotulador rojo.

-¿Qué has averiguado, jefe?- le preguntó Phil cuando nos acercamos al jeep.

-Ya era hora de que llegarais, chicos- dijo Urmont mientras se apartaba del mapa.- Esos cinco no van a tardar mucho en recoger sus cosas y seguir avanzando. Si nos damos prisa, podremos pillarles desprevenidos.

Todos nos acercamos alrededor de la parte de atrás del coche. Todos menos Vins, que seguía ajustando la frecuencia de la radio. El mapa era de Varhlem, y el círculo rojo sobre el que ponía “CAMPAMENTO DE HIRR” estaba bastante cerca de la frontera con el noreste. También había un par de flechas que señalaban desde donde estábamos hasta donde se encontraba Hirr, una por arriba y la otra un poco más abajo.

-Oye, Tim. El plan está hecho para que tú tengas que tomar parte en el ataque. ¿Crees que podrás o prefieres quedarte atrás?

-¡Por supuesto que puedo!- le dije con el ceño fruncido mientras agarraba mi espada.- No llevo esto por nada.

-Bueno, el plan es bastante sencillo. Vais a ir por parejas. Yo me quedaré atrás para informaros y daros órdenes. Vins será el que esté a cargo de la radio. - dijo mientras señalaba a los diferentes circulitos con un punto en el interior que estaban dibujados en el mapa.- Una pareja tendrá que adelantarse y entrar en acción desde el norte del campamento. La otra solo sigue un poco de frente para atacar por el lado oeste. Phil, tú irás con Rel. Brand y Tim irán juntos.

-¿En serio, jefe?- protestó Rel.- No creo que sea  buena idea manda a los dos novatos solos en su primer trabajo.

Urmont se giró y miró fijamente al ayudante. Finalmente suspiró.

-Rel, no te contraté para dar tu opinión. El que da las órdenes aquí soy yo, y digo que se queden juntos. Así podrán demostrar de lo que son capaces- y, después de decir esto, se volvió a girar y comenzó a señalar en el mapa.- Cerca de su campamento hay un montículo desde donde podréis esperar y observar. Cuando yo de la orden, deberéis bajar esa pequeña colina e intentar acercaros lo máximo posible al campamento sin que os  vean. Y después de eso solo tendréis que eliminar a los guardias a mi orden y capturar a Hirr. No debería haber problemas. ¿Lo habéis entendido?

-Parece demasiado fácil- dijo Phil quitándole importancia con la mano.- Este trabajo está hecho en menos de diez segundos.

-No te confíes tanto, Phil, y limítate a seguir mis órdenes. Nada de improvisar o hacerte el héroe- le respondió Urmont.- Está bien. Rel y Phil irán por de frente y atacarán desde el lado oeste. Brand y Tim, vosotros tendréis que bordear el montículo y atacar desde el norte. Muy bien chicos. Manos a la obra.

-Pero, señor- dijo Brand con cara de enfado.- ¿No deberíamos saber antes qué hacer después de llegar al montículo?

-Ya lo he dicho antes, chico- le respondió Urmont, perdiendo la paciencia.- Cuando yo de la orden, vosotros bajáis por la ladera intentando que no os vean y acabáis con los guardias que os tocan. Después de eso capturáis a Hirr. No tiene más complicación.

-Pero...- comenzó a protestar Brand.

-Venga, Brand. No te preocupes- le dije mientras le daba un puntapié.- Seguro que no es tan difícil.

-Tim tiene razón- intervino Phil.- Aunque sea vuestro primer trabajo, sólo tenéis que intentar no hacer ruido.

-Eso es, eso es- dijo Urmont metiendo prisa.- Ahora tenéis que ir a vuestra posición, se nos acaba el tiempo. En la pantalla de vuestros transmisores están las coordenadas en las que os encontráis. Ahora Vins os dará a las que debéis ir. Mucha suerte y no me falléis.

Ambos asentimos y Brand Cogió un trozo de papel con números y algunas letras garabateados en él. Después de eso, nos dirigimos al norte.

Pasaron unos cinco minutos sin que Brand y yo intercambiáramos palabra alguna. Cada vez hacía más calor, aunque se podía aguantar gracias al aire que soplaba. Brand miraba casi siempre su transmisor y la hoja con las coordenadas.

-¿Crees que nos saldrá bien?- le pregunté al fin.

-No creo que este plan sea perfecto- respondió.- Pero tampoco creo que sea muy difícil. Tú no te preocupes.

-Sí, si yo estoy tranquilo- le dije, pero entonces me di cuenta de que no hacía nada más que frotarme y colocarme bien los guantes.- ¿A qué crees que se refirió Urmont con lo de eliminar a los guardias? ¿Tendremos que matarlos?

-Con dejarlos inconscientes debería de valer- respondió sin aparta la vista de su transmisor.- Aunque yo no soy el que va armado. Tú, en cambio, deberías de tener cuidado al usar esa espada tuya. Podrías hacerte daño.

-¡Se usar una espada! El viejo Ben me enseñó- protesté.

Pasaron otros minutos sin que habláramos y Brand sólo miraba su transmisor y le daba golpecitos.

-Brand, ¿por qué no usas armas?- le pregunté después de meditarlo bien.

-No me hacen falta. Mis puños son mis armas- me respondió tranquilamente.- Un arma puede herir incluso a quien la empuña. Mis puños nunca herirán a alguien a quien yo no quiera.

-Ey, chicos, ¿estáis ahí?- dijo la voz de Vins a través del transmisor de Brand.- ¿Me oís? Os estamos esperando.

Brand apretó el botón rojo del lado y habló.

-Sí, debemos de estar cerca. Pero la pantalla de mi transmisor está rota. No distingo los números de las coordenadas.

-¿Qué? ¿Por qué no lo has dicho antes?- vociferó Urmont a través del transmisor.- ¿Y ahora como demonios pensáis llegar hasta vuestra posición? Phil y Rel ya están en su puesto.

-Pero, habérmelo dicho antes- contesté tranquilamente.- Yo puedo mirar nuestras coordenadas en mi ordenador. No hay porqué preocuparse.

Encendí la pantalla y abrí el programa del transmisor. Había muchísimos programas más avanzados que aquel y que incluían incluso un mapa muy detallado con mi posición, pero no había tenido tiempo aún de conseguir uno de esos. Comparé nuestras coordenadas con las de donde deberíamos de estar y vi que estábamos muy cerca.

-Tranquilos, chicos- dije a través del micrófono de mi ordenador.- Estamos muy cerca. En un par de minutos llegamos.

Después de decir esto corté la conexión y empecé a andar en dirección a las coordenadas correctas.

-Si a ti te funcionaba bien, ¿por qué no lo has usado antes?- me preguntó malhumorado Brand.

-Bueno, no se lo digas a Urmont, pero yo aún no había iniciado el programa del transmisor. Por lo que es como si lo tuviera apagado- le dije con una sonrisa de culpabilidad.

Brand se rió y negó con la cabeza, pero enseguida volvió a su estado natural de seriedad. Después de andar unos metros, llegamos a la zona de la ladera donde debíamos de esperar, avisamos por radio y nos tumbamos para observar. Debajo de nosotros se veía el pequeño campamento. Había un fuego con una olla sobre él. Un coche rojo bastante grande y antiguo estaba aparcado cerca. Apoyadas a un lateral del vehículo había unas cuantas mochilas y macutos. Hirr estaba sentado al lado del fuego mientras removía el contenido de la olla. Un par de matones hablaban de espaldas a donde Brand y yo estábamos, alejados de Hirr. Los otros se alejaban caminando.

-Bien, chicos. Atentos a mi señal- dijo Urmont a través del transmisor.- Deberéis de bajar la ladera rápido y en silencio mientras los guardias cambian de lado. Sólo tenéis una oportunidad. No lo estropeéis.

-Tranquilo, jefe. Déjanoslo a nosotros- le respondió Phil.

-Ya tendré tiempo de tranquilizarme cuando acabemos esto. Vosotros limitaros a acabar con los guardias y capturar a Hirr- dijo Urmont.- Y no dejéis que se monte en el coche o lo perderemos. Buena suerte muchachos.

Brand se crujió los dedos y se subió las mangas de su camiseta, que se habían bajado, hasta el codo. Yo tiré de la solapa de mis guantes para ajustármelos bien, llevé mi mano izquierda a la empuñadura de mi espada y la apreté con fuerza.

Los dos guardias que estaban enfrente de nosotros, al pie de la colina, se giraron a mirar a la otra pareja y se hicieron una señal. Acto seguido, empezaron a andar.

-Muy bien, ya deberían de estar cambiando de lado- nos dijo Urmont por el transmisor.- Bajad con cuidado la ladera, esconderos entre la maleza. Eso sí, si os ven, no dudéis en atacar los primeros.

-Muy bien, vamos allá- respondí. Dijeron algo más, pero no lo pude escuchar ya que me quité los auriculares y los dejé colgando de mi cuello.

-Ten cuidado, Tim- me dijo Brand muy serio.- Si no puedes con el guardia, limítate a ganar tiempo hasta que alguien se encargue de él.

-Tranquilo Brand, yo me encargo- y después de decir esto le hice un gesto levantando el pulgar derecho.

Brand y yo nos levantamos y comenzamos a descender agachados. La hierba alta nos cubría casi hasta la cabeza. Intentamos no pasar entre la maleza para no moverla demasiado, pero tampoco nos atrevíamos a que nos vieran. Brand iba delante de mí y no hacía nada más que mirar al suelo y de vez en cuando mirar a los guardias.

Pero entonces ocurrió algo inesperado. Hirr se levantó de donde estaba y le gritó a uno de los guardias a los que seguíamos, uno que parecía más joven que su compañero, un poco bajo y con el pelo rubio. Hirr le hizo una seña con la mano y le dijo que se acercara. Después vociferó algo acerca de que la comida era una basura y era incapaz de cocinarla. El guardia, resignado, dejo a su compañero para dirigirse hacia Hirr.

-Si se aleja, no podremos pillarlos por sorpresa, y seguro que Hirr tendrá más posibilidades de escapar- dijo Brand preocupado.

La idea de fracasar en mi primer trabajo me atemorizó y empecé a caminar un poco menos agachado, cada vez más rápido, en dirección a los dos guardias.

-Vamos, sígueme. No podemos dejar que se aleje mucho- le susurré a Brand.

Me giré para ver si me seguía mientras le decía eso y me alegró ver que su mirada no era de desaprobación, aunque sí de preocupación. Pero cuando volví a mirar al frente ya era demasiado tarde para reaccionar. Mi pie derecho chocó con una raíz que sobresalía del suelo y perdí el equilibrio. Cuando quise darme cuenta, ya estaba por los aires y caía de cabeza contra el suelo. Me cubrí la cara con mis brazos por acto reflejo y, un segundo después, estos chocaron contra el suelo. Un momentáneo pero intenso dolor me recorrió los brazos desde las muñecas hasta los hombros. Debido a la fuerza de la caída, comencé a rodar colina abajo hasta que aterricé de espaldas justo abajo, con un dolor incesante por todo el cuerpo y a apenas unos pasos del primer guardia.

Aunque intenté no gritar, cosa la cual no conseguí, todo el ruido de la caída acabó por alertar a los guardias. Cuando conseguí abrir los ojos, me incorporé y todo dejó de girar, vi al guardia de mayor edad correr hacia mí con su espada desenvainada. Blandía una espada ancha pero no demasiado larga. En menos de dos segundos ya estaba delante de mí con la espada alzada. Yo no sabía qué hacer, estaba paralizado por el miedo. Pensé en desenvainar y parar su golpe, pero ya era demasiado tarde. Su espada bajaba rápidamente hacia mí. Me cubrí la cara con el brazo derecho en un acto reflejo y la hoja chocó contra la palma de mi mano.

Un sonido metálico sonó y la hoja del guardia rebotó hacia atrás. Mi guante estaba intacto y, lo que era más importante, aún conservaba la mano. El revestimiento de milthium que tenía mi guante por dentro me había protegido del golpe. Incluso en la parte exterior de mi guante apenas quedaba marca del golpe, el cuero no fue cortado.

Pero aún estaba mareado de la caída, y más después de aquel ataque tan repentino, por lo que mis movimientos eran muy torpes. Apenas me estaba levantando cuando vi a Brandom saltar por encima mía en dirección al guardia. Cuando estaba cayendo, le propinó un fuerte puñetazo en la cara a su adversario, el cual cayó de espaldas. Brand aterrizó sobre el guardia, preparado para rematarle, pero este se había golpeado la cabeza al caer y estaba inconsciente.

-¡Cuidado!- le grité a Brand al ver que el otro guardia se le acercaba por detrás con su espada corta en mano.

Brand giró rápidamente hacia su derecha y bloqueó el ataque de aquel matón con el brazalete metálico que llevaba en su antebrazo derecho y, sin pensárselo dos veces, lanzó un puñetazo hacia la cara de su enemigo. Pero este consiguió esquivar el golpe y volvió a lanzarle un corte, esta vez a la altura de la cara, que Brand esquivó por muy poco.

Yo terminé de ponerme en pie y avancé hacia Brandom para ayudarle, pero en ese momento una voz gritó desde el otro lado de la zona de acampada.

-¡A por Hirr! ¡Ve a por Hirr! ¡No dejes que se escape, Tim!

Era Phil, que corría hacia el centro del campamento con su espada larga desenvainada y cubierta en sangre. A sus espaldas yacía el cadáver de uno de los guardias. Rel continuaba luchando con el otro guardia.

Yo no sabía si ayudar a Brand o ir a por Hirr. Me quedé quieto unos segundos, indeciso, hasta que comencé a andar hacia Brandom, que estaba bloqueando un ataque del guardia con ambos brazaletes.

-¿A qué esperas, Tim?- me dijo él.- Si no te das prisa se va a escapar. No te preocupes por mí.

Después de que me dijera eso, apreté los puños y salí corriendo hacia el centro del campamento. Yo estaba a unos quince metros de Hirr, un poco más cerca que Phil. Y al parecer, corría más rápido que él. Intenté no pensar en el dolor que me recorría todo el cuerpo y el entumecimiento de mi mano derecha. Vi como Hirr estaba intentando alcanzar el coche y mis músculos se tensaron. Sin pensarlo dos veces saqué mi pistola para soldar. La había dejado cargada y a máxima potencia, por lo que no me preocupe en ajustarla. Apunté hacia el coche y disparé.

Un cubo de energía altamente concentrada del tamaño de un dado de Zihlör, ese juego de mesa tan famoso en la Isla del Yunque, salió disparada de aquella especie de cañón a gran velocidad. Conforme avanzaba iba perdiendo intensidad y el cubo se iba haciendo cada vez más pequeño. Apenas era un tercio del que disparé originalmente cuando alcanzó al coche en el lateral izquierdo. Pasó rozando por encima de la rueda delantera, que explotó. El resto del proyectil energético impactó en el coche.

Cuando la rueda estalló, Hirr ya estaba dentro del coche. Pero cuando intentó arrancarlo, no funcionó. Lo intentó varias veces pero el motor no reaccionaba. Posiblemente fuera gracias a mi disparo, el cual debió de alcanzar el motor o alguna pieza importante. O quizás que aquella chatarra no quería arrancar. Yo seguí avanzando hacia el coche sin pararme ni un instante. Cuanto estaba a punto de llegar a la puerta del piloto, vi como la otra se abría y Hirr salía torpemente.

Empezó a correr sin rumbo alguno. Yo rodeé el coche y continué persiguiéndole. Estaba bastante cansado y apenas acortaba distancia entre ambos, pero a Hirr se le cayó el maletín metálico que llevaba consigo y se tuvo que parar a recogerlo. Después de esto se tropezó y casi se cae, pero volvió a recobrar el equilibrio. Como yo ya estaba bastante cansado y me dolía demasiado el cuerpo, decidí dispararle.

A mi pistola apenas le quedaba energía después del último disparo, así que, si conseguía herirle, no sería muy grave. Apenas nos separaban tres metros, pero era lo suficiente para que mi disparo se pudiese desintegrar antes de alcanzar a Hirr. Aún así apreté el gatillo. Esta vez el proyectil energético era un cilindro y mucho más pequeño. Esperaba que, aunque no acertara el disparo, Hirr se asustara y esto le frenaría. Pero por suerte le di. Lo poco que quedaba del proyectil le alcanzó la pierna, quemando esa zona del pantalón y dejándole una leve quemadura. Hirr cayó de rodillas al suelo y después se desplomó.

Yo me acerqué a él y poco después llegaron Phil y Brand, Rel se nos unió después. Ninguno parecía herido. El coche donde estaban Urmont y Vins se acercaba a lo lejos a gran velocidad y los pocos segundos ya estaba parado al lado de nosotros. Hirr no paraba de sollozar y de agarrarse su pierna herida.

-Al final lo capturamos- dijo Phil poniendo su enorme pie sobre la espalda del narcotraficante.- Has estado genial, Tim. Tendremos que mirar esas heridas.

-¿Genial?- exclamó Urmont mientras se bajaba del coche.- Casi destroza toda la operación con esa estúpida caída.

-Vamos jefe, no seas duro con él. Es su primer encargo- le respondió Phil.- Y si no llega a ser por él y ese trasto lanzallamas se nos habría escapado.

-Deja de defenderle y ponedle las esposas al preso- dijo de mala gana Urmont mientras le lanzaba una placa rectangular con dos agujeros.- Y cuando esté seguro, subidlo a la parte de atrás. Tenemos que dejarlo en Lanins esta noche. Dejaremos sus heridas para cuando cobremos. Además, en dos días tenemos otro trabajo.

Y dicho esto dio media vuelta y volvió a entrar en el coche. Rel esposó al preso y entre Phil y él lo montaron atrás. Brand y yo solo intercambiamos miradas, pero yo estaba feliz porque todo había salido más o menos bien. Los dos nos montamos los últimos en la parte de atrás, donde ya no estábamos tan espaciosos. El coche arrancó con un ruido sordo y comenzó a moverse. Me dolía todo el cuerpo y estaba bastante exhausto, pero sabía que me esperaban situaciones peores. Este solo había sido el comienzo de las aventuras que nos aguardaban.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Capítulo 4

El primer encargo.


Después de estrecharnos la mano, Urmont comenzó a ordenar a sus ayudantes que cargaran todo en el todoterreno. El coche tampoco era nada del otro mundo. Era bastante largo, eso sí, pero apenas tenía protección. El piloto y copiloto estaban protegidos por una puerta a cada lado, un techo bastante fino y por una pequeña pared metálica con rejillas por arriba que estaba detrás de los asientos. La parte de atrás era amplia y tenía unas paredes metálicas muy finas de medio metro de alto. También había dos arcos metálicos que cruzaban de un lado a otro, uno en mitad del y otro al final. La pared de la parte trasera era una puerta que se abría hacia abajo. El color original debió de haber sido verde, pero había mucho barro y algunas partes estaban oxidadas y sin pintura.

Phil y Rel cargaron un par de macutos alargados y tres cajas no muy grandes con víveres y colocaron todo junto a la pared que separaba la parte del piloto con la de atrás. Después de cargar todo, Vins se puso al volante y Urmont se sentó de copiloto. Phil y Rel se sentaron en el suelo, uno a cada lado en la parte de atrás a continuación de los macutos. Brand y yo les imitamos, sentándonos cada uno a un lado del suelo a continuación de los dos ayudantes. Apoyamos la espalda sobre la pequeña pared y dejamos nuestro equipaje entre nuestras piernas. Brand apenas tenía espacio para sentarse de lo largas que tenía las piernas pero consiguió ladearse y apoyarse en la pequeña puerta de atrás.

Salimos de Lanins en mitad de la noche y ni Brand ni yo preguntamos a dónde íbamos. A pesar de que estábamos sentados sobre las ruedas de atrás y no paraba de temblar el suelo, conseguí cerrar los ojos y dormir gran parte del trayecto. Cuando volví a abrirlos ya había amanecido. Íbamos por un camino bastante recto y no muy bien asfaltado. A la izquierda del camino, a lo lejos, se veían unas azules y altas montañas nevadas. A la derecha no había nada, sólo una tierra poblada de hierbajos y con algunos árboles no muy altos y sin apenas hojas.

Brand estaba mirando el paisaje, pensativo. Yo tenía por encima una pequeña manta verde que me debía de haber puesto Brand mientras dormía. Intenté devolvérsela después de agradecérselo, pero se negó diciendo que todavía hacía frío y él no la necesitaba. Él llevaba su camiseta negra de manga larga. Daba la impresión de que abrigaba bastante.

Rel estaba durmiendo con la cabeza hacia atrás, sobresaliendo del coche, y la boca totalmente abierta. Phil estaba despierto y miraba al frente. Se giró cuando me sintió moverme.

-Buenos días, joven mecánico- me dijo sonriéndome.

-Buenos días, Phil- le respondí.- A todo esto, ¿adónde vamos?

-Nos dirigimos a un área de descanso que hay al norte de Tolsum.

Al escuchar el nombre me acordé de aquel joven.

-Oye, Brand. ¿No era a Tolsum a donde se dirigía aquel chaval que conocimos en el bosque?

-Sí, aunque no sé si habrá conseguido llegar- dijo haciendo una mueca.- Estaba malherido y a mucha distancia de la ciudad.

Después de eso volvió a dirigir su mirada a las montañas que tenía enfrente. Yo me quedé un rato pensando en aquel chaval hasta que un badén me sacó de mis pensamientos y por poco me saca también del coche.

-Oye, Vins- le gritó Phil.- ¡Conduce con más cuidado! Que aquí atrás no vamos tan bien como allí.

Rel se despertó con el bote pero enseguida volvió a quedarse dormido. Y Vins ni siquiera contestó. Yo temía que se hubiese quedado durmiendo al volante, pero si hubiese sido así ya nos habríamos salido de la carretera.

-¿Cuánto falta para que lleguemos al área esa?- le pregunté a Phil.

-No debe de faltar mucho- respondió mirando su reloj de pulsera.- Pero cuando lleguemos tendremos que organizar el trabajo. No esperes que nada más bajar del coche va a comenzar la acción.

Y después de decir esto soltó una fuerte risotada.

No sabía nada acerca del trabajo que íbamos a hacer pero no quería cansar a Phil con preguntas, así que preferí esperar. A lo mejor nos lo explicaban mejor cuando llegásemos, y si no se lo preguntaría a Urmont.

Pasé un rato fantaseando con los  peligros que nos esperarían al llegar al área aquella, pero decidí no engañarme con falsas situaciones y me obligué a pensar en otra cosa. Lo siguiente que se me pasó por la cabeza era lo que íbamos a hacer después de que cumpliese los dieciséis. Pero como tampoco quería preocuparme tan pronto dejé de pensar en eso y me limité a observar el paisaje y esperar.

Las azuladas montañas se perdían en el horizonte. Aquella vista era preciosa, pero después de llevar cinco minutos observándola empezó a dolerme el cuello y tuve que mirar hacia el otro lado. No había nada más que tierra yerma con poca vegetación. Si hubiésemos estado más al norte seguro que la zona estaba más verde debido a las lluvias, pero aquella zona estaba más seca. Aún así no se puede comparar al clima árido del Desierto de la Serpiente ni al Gran Desierto de M’klaj que hay en el sur.

Después de unos minutos dejamos la carretera asfaltada para pasar a un camino de tierra bastante estrecho. El sol no calentaba demasiado al estar al norte, pero aún así ya empezábamos a pasar calor. Yo me quité mi chaqueta y la guardé con el resto de mis cosas, pero Brand siguió con su camiseta oscura de manga larga, solo que se subió las mangas hasta el codo, y sus pantalones marrones largos. Además llevaba un pañuelo gris alrededor del cuello que, aunque fuera fino, daba más calor que no llevar nada.

Después de esperar otro rato más, preguntándome cómo podía aguantar Brand con esa ropa, llegamos a una zona más verde. Toda la zona estaba cercada con vallas de madera. Había árboles bajos y césped en el suelo. Algunos bloques rectangulares de piedra grisácea estaban repartidos por el lugar a modo de mesas y a los lados había otros más bajos y pequeños donde podías sentarte. No había ninguna duda de estábamos en el área de descanso.

El coche se paró cerca de un árbol y el motor dejó de sonar. Las puertas de delante se abrieron y Phil nos indicó a Brand y a mí que bajáramos con un gesto mientras Rel se frotaba los ojos para despertarse.

Bajamos del vehículo sin coger nuestras cosas y andamos un poco para estirar las piernas. Nos dirigimos a uno de esos bloques de piedra con asientos. Urmont llevaba una carpeta negra no muy gruesa que debía de contener información del trabajo. Nada más llegar a los asientos, Vins se dejó caer sobre uno apoyando la espalda en el bloque  y bostezó.

-Estos viajes siempre me dejan hecho polvo- dijo mientras se le cerraban los ojos.- Deberíamos parar para descansar a mitad de trayecto.

Cerró los ojos completamente y empezó a girarse para apoyarse más en la mesa, pero Urmont soltó con fuerza la carpeta sobre la mesa y Vins se sobresaltó tanto que hasta dio un bote y se levantó de su asiento. Mientras, Rel y Phil observaban divertidos aquella escena. Brand y no nos limitamos a sentarnos en un asiento, ocupándolo entero, a esperar y observar.

Urmont se sentó en un asiento, Phil en otro y Vins y Rel en el que quedaba. En cuanto todos estuvimos sentados alrededor de la mesa, Urmont abrió la carpeta y empezó a ojear los papeles que tenía.

-Bueno chicos. El trabajo de hoy no es nada del otro mundo. Otro narcotraficante del tres al cuarto que acaba de empezar con una droga experimental. Su nombre es Hirr dijo mientras nos enseñaba una foto suya.- Está intentando introducir una nueva droga llamada X-5 en Varhlem.

Después de esto nos fue pasando varios papeles de los que tenía en su carpeta. A mí me llegó la fotografía que habían enseñado antes. Solo se le veía del pecho para arriba. Hirr tenía una cara delgada y alargada, con la mandíbula bastante marcada. Sus finos labios perfilaban su pequeña boca y su nariz era larga y picuda. En la foto salía con unos anteojos redondos de lente azulada y el pelo, liso y lacio, hacia atrás, que le caía por los lados de la cara hasta los hombros exceptuando algunos pequeños mechones que le caían por la frente y algunos llegaban a sus marcados pómulos.

La verdad es que su cara era bastante siniestra. Deje de mirar la foto y se la pasé a Brand para perderla de vista. Él me dio el informe que había cogido. Era toda la información que habían podido reunir sobre la droga X-5. Los efectos no estaban muy claros aún. Los que la consumían agudizaban la vista y sus reflejos pero los músculos se entumecían y se perdía algo de tacto. Al parecer, la droga era de absorción vía cutánea, lo que hacía que sus efectos fuesen casi inmediatos. Unos pequeños tubos de no más de cinco centímetros de largo y dos de diámetros contenían la droga, que era una especie de crema bastante líquida. Tenían un pequeño botón a un lado y al apretarlo salía una capa de X-5 que al ponértela sobre la piel se absorbía al cabo de unos segundos. La mayoría de los adictos solían aplicársela en el lado izquierdo del cuello, donde antes hacía efecto. También le dejaba una pequeña quemadura en la piel al que la consumiese y si se aplicaba siempre en el mismo sitio la pequeña quemadura dejaba de ser tan pequeña.

-Parece un trabajo fácil- dijo Rel cruzando los brazos.- Ese tío es solo otro principiante. Una persona sólo podría encargarse de él.

-No te confíes, Rel- contestó Urmont.- Ha contratado a cuatro matones como guardaespaldas. Está vigilado las veinticuatro horas del día. Vamos a tener que coordinarnos muy bien si queremos cogerle vivo.

Por aquel entonces yo ya había escuchado cosas sobre los cazarrecompensas. Sabía que te pagan más por un preso vivo que por uno muerto. Aún así no sabía cuanto más podían pagar. Ni siquiera sabía lo que nos pagaban.

-¿Qué precio tiene?- pregunté después de meditar la pregunta.

Todos se me quedaron mirando hasta que Urmont empezó a reírse.

-Así que vas directo al grano, ¿eh?- dijo Urmont cerrando la carpeta.- Como ya sabréis la recompensa no se va a repartir en partes iguales. Vosotros, en el mejor de los casos, recibiréis una pequeña comisión, por eso de que no sois ayudantes oficiales. Pero si hacéis bien el trabajo os diré cual es la recompensa y así podéis echar vuestras cuentas.

-¿Podemos dejar de hablar de dinero antes de empezar el trabajo? Da mala suerte- dijo Vins poniendo una caja de cartón sobre la mesa con cara de preocupación.- Tomad. Los transmisores.

En la caja había unos transmisores negros y algo antiguos. Tenían una pequeña antena que sobresalía por la parte superior derecha y un botón cuadrado y rojo en el lado izquierdo, que supuse que era para activar o desactivar la conexión por voz. Tenía una pequeña pantalla que mostraba unos números, los cuales parecían ser la frecuencia, y algunos botones para cambiarla. Por lo demás no parecían muy avanzados.

Phil cogió uno con una marca azul en el lado derecho y Rel otro que tenía una cinta verde alrededor de la  antena. Vins cogió uno que tenía la antena más larga y algunos botones más y nos dio los que quedaban.

El de Brand tenía el cristal de la pantalla roto, aunque se podía distinguir difícilmente lo que ponía en ella. Pero el mío no estaba mucho mejor. Casi la mitad del transmisor estaba envuelta en cinta aislante.

Lo agité y sonó como si algo estuviera suelto dentro. Tranquilamente le quité la cinta aislante, saqué un pequeño destornillador de mi cinto para herramientas y le quité los tres tornillos que tenía. Después de quitarle la carcasa rota, vi un conjunto de cables enredados entre sí, una par de placas un poco deterioradas unidas por un fino alambre y hasta un chicle. En unos segundes conseguí extraer un pequeño chip de una de las placas y deje a un lado el resto del aparato. Acto seguido me quité mis preciados auriculares. Le quité la carcasa a mi auricular derecho, introduje el chip en una ranura y una pequeña luz azul se encendió. Comprobé que los auriculares estaban conectados al pequeño ordenador de mi antebrazo, sintonicé la frecuencia, le puse la carcasa al auricular y volví a ponérmelos alrededor del cuello.

Cuando levante la vista, todos me miraban boquiabiertos, todos menos Brand. Yo me sonrojé y comencé a sonreír. Para mí, lo que acababa de hacer me parecía algo muy simple.

-¿Cómo demonios has hecho eso, chico?- preguntó Vins aún boquiabierto.

-No es muy difícil. Solo he hecho que me pueda comunicar con vosotros por mis auriculares- dije tranquilamente. Al ver que seguían sin comprender, decidí explicárselo.- Estos transmisores tienen un chip que es lo que los hace funcionar. Si la frecuencia que usamos fuera una línea privada y segura, lo cual no creo, me haría falta este chip ya que contendría los datos y claves de seguridad de la frecuencia. Pero si usamos una frecuencia estándar, cualquier chip de este modelo serviría. Después, solo he tenido que sintonizar la frecuencia desde mi ordenador y ver si la conexión era buena. Es pan comido.

Debí de explicarlo muy rápido o es que no entendían de lo que hablaba, porque todos seguían con cara de asombro excepto Vins, que parece que entendió lo que dije.

-Eso es genial- dijo este dándome una palmadita en la espalda y mostrando su sonrisa, en la que faltaban algunos dientes.- Me vas a tener que enseñar algunas cosas.

-Bueno chicos- dijo Urmont mientras se aclaraba la garganta.- Es verdad que Tim parece no dejar de sorprendernos, pero nosotros tenemos un trabajo que hacer. Así que ya tendréis tiempo de reconocer su talento cuando hayamos cobrado. Manos a la obra.

Todos nos levantamos de la mesa y empezamos a andar hacia el este, fuera del área de descanso. Urmont, Vins y Rel hablaban sobre los detalles del trabajo. Brand y yo los seguíamos callados cuando Phil se me acercó.

-Espero que sepas usar eso igual de bien que esto- dijo mientras apuntaba con un dedo, primero a mi espada y después a mi cinto con las herramientas.- Ahora es cuando empieza la acción.