Thixer Bluedreamer
La silueta continuaba acercándose lentamente, entre los
árboles, con aquella tenue y extraña esfera luminosa flotando delicadamente a
su lado. Yo seguía de rodillas en el suelo, con las manos sobre los brazos de
Brand, inmóvil y con la cabeza girada, viendo como avanzaba aquel desconocido. Se
acercó lo suficiente para que la luz que lo acompañaba le alumbrase la parte
derecha de la cara y fuese reconocible. Tenía el pelo largo y oscuro y la
mayoría para atrás, salvo varios mechones que le caía sobre la cara. Se
mantenía tan rígido e inmóvil que parecía irreal. También pude ver que tenía
puestas unas gafas de sol. Pensé que eran imaginaciones mías, ¿quién lleva
gafas de sol en mitad de la noche? Pero al reflejarse la luz en ellas me di
cuenta que realmente las tenía puestas. Estaba envuelto en una gabardina gris hasta
los tobillos que brillaba como plata en las sombras. El viento hacía que la
prenda se moviese a su merced y gran parte de su cara seguía oculta tras la
gran solapa del cuello.
-¿Estás bien, chico?- preguntó con una voz seria y tranquila
mientras se acercaba lentamente.- ¿Qué ha ocurrido?
En aquel momento reaccioné. Solté a Brand y me levanté lo
más rápido que me permitieron mis piernas. Mientras me ponía en pie desenvainé
mi espada y la sujeté con ambas manos, apuntando al desconocido con ella. Mis
brazos y piernas no paraban de temblar y no podía dejar la espada quieta.
-¿Quién eres?- dije un hilo de voz.- No te acerques más.
-Ya te he dicho que soy un cazarrecompensas. Sólo quiero
ayudar- me dijo, sin dejar de acercarse.
Me había alejado del tronco y estaba en una zona donde el
árbol no me cubría tanto de la lluvia. Pronto empezó a mojarse más rápido la
camiseta y me dio la impresión de que pesaba más de la cuenta. Las gotas de
agua recorrían la hoja de mi espada y caían por la empuñadura para acabar en
mis guantes. Aquel hombre no dejaba de avanzar. Apenas estaba a unos metros de
mí cuando conseguí divisar algo estaño sobre su cabeza. La lluvia parecía
detenerse unos centímetros por encima de él. Pero no se detenía, chocaba contra
una especie de cúpula invisible. El agua bajaba por aquella barrera casi
transparente hasta que, al llegar al final, empezaba a caer hacia el suelo.
Cuando me quise dar cuenta ya estaba a menos de un metro de mí, y no se
detenía. La luz comenzaba a deslumbrarme y tuve que entrecerrar un poco los
ojos.
-¡No des un paso más!- dije estirando más los brazos e
intentando dejar de temblar.- O... ¡O tendré que matarte!
Se detuvo con la punta de mi espada temblando a escasos
centímetros de su cara.
-No creo que vayas a matar a nadie- dijo tranquilamente mientras
levantaba su mano derecha y la colocaba, extendida, delante de mi espada.- Sólo
quiero ayudar.
Apoyó la palma de su mano sobre la punta de mi arma. Unos
segundos después movió rápidamente su mano hacia abajo. Mi espada empezó a
pesar cada vez más, como si algo la estuviera empujando hacia el suelo. Mis
brazos cedieron y acabó clavándose junto a mis pies. Se apartó un poco de mí y,
sin cambiar el paso con el que se había acercado a nosotros, pasó caminando lentamente
a mi lado y se acercó a Brand. Mi cuerpo no respondía y mis piernas comenzaron
a temblar, aún así intenté darme la vuelta para detenerlo. Pero lo único que
conseguí fue caerme de espaldas y acabar sentado en el húmedo suelo.
El desconocido se
agachó delante de Brand. Movió levemente su mano izquierda y la pequeña esfera
de luz que lo acompañaba se alejó de él y se acercó a mi amigo, alumbrando su
cuerpo. La sangre había llegado hasta sus pantalones, que estaban algo
manchados por la parte delantera.
-Parece que sigue con vida- me dijo mientras se levantaba.-
Pero si quieres que salga de esta, vas a tener que ayudarme.
-Haré lo que me digas- dije sin pensar mientras me ponía
torpemente en pie.- Pero por favor, sálvale.
-Tranquilo, no debería de haber problema. Lo primero que
vamos a hacer es tumbarlo y quitarle la ropa llena de sangre- mientras me
hablaba se colocó a un lado de Brand y, agachándose un poco, acercó las manos a
sus hombros. Pero apenas habían pasado unos segundos cuando volvió a ponerse en pie.- Antes de nada, vamos a deshacernos de esta incómoda lluvia.
Dicho esto levantó todo lo que pudo la mano derecha, con los
dedos muy separados, unos segundos. De repente noté que la lluvia ya no caía
sobre mí. Alcé la vista y me sorprendió ver las gotas golpear contra una
especie de techo prácticamente invisible. Mientras yo estaba embobado mirando
hacia arriba, el desconocido separó el cuerpo de Brand del árbol y lo tumbó
sobre el suelo.
-Eh, chico. Ayúdame a quitarle la camiseta. Y cuidado con la
herida.
Dejé de mirar hacia arriba y me acerqué rápidamente a mi
amigo, todavía algo confuso. Le quitamos con cuidado la camiseta y le incorporé
un poco, haciendo todo lo que me ordenaba. El desconocido acercó su mano
derecha al abdomen de mi compañero y la dejó, con la palma extendida, a escasos
centímetros de él.
-No creo que llegue a recuperar la conciencia, pero aún así
sujétalo con fuerza- me advirtió.
Yo le hice caso, me coloqué detrás de Brand y lo agarré
fuertemente por los brazos, con la parte superior de su espalda apoyada sobre
mis piernas para mantenerlo algo incorporado. El desconocido me miró un
momento, asintió y bajo la mirada hacia su mano. Un par de segundos después
comenzó a moverse la zona de la herida y a brotar sangre de nuevo. Una especie
de esfera cubierta de sangre salió disparada del cuerpo de Brand y se quedó
flotando a escasos milímetros de la mano de aquel hombre. Durante todo ese
tiempo mi compañero sólo se movió levemente cuando aquel objeto redondo salió
de su herida.
-Como imaginaba, seguía con el proyectil en su interior-
dijo mientas me acercaba con dos dedos aquella pequeña bola ensangrentada.
Cogí el proyectil con mi mano temblorosa y lo observé
durante unos segundos hasta que me di cuenta de que el desconocido volvía a
moverse. Esta vez había apoyado ambas manos, una encima de la otra, sobre la
herida de Brand. Guardé la pequeña bolita en uno mis bolsillos del pantalón y
volví a sujetar a Brand con fuerza, aunque este apenas se movía y casi ni
respiraba.
-Puede que tarde un rato, es difícil de recordar- me dijo
casi susurrando, aunque no lo entendí muy bien.
Pasaron un par de minutos durante los cuales permanecimos
los tres inmóviles. Yo comenzaba a impacientarme y estuve a punto de
preguntarle al desconocido qué era lo que pensaba hacer, pero parecía tan
concentrado que decidí no molestarle.
Después de aquellos minutos, me pareció ver una leve sonrisa
dibujada en el rostro impasible de aquel hombre. Se movió lentamente y ejerció
un poco más de presión sobre la herida de Brand. Entonces una extraña y tenue
luz verde brotó de debajo de sus manos. Los párpados de mi amigo se movieron
débilmente hasta que por fin abrió lentamente los ojos.
Al ver al desconocido, con sus manos sobre él, Brand se intentó
incorporar rápidamente, apartando los brazos de aquel hombre con una mano. Intentó
alejarlo lanzándole un puñetazo pero no logró alcanzarle. En vez de eso perdió
el poco equilibrio que tenía y volvió a acabar tumbado sobre el suelo. Yo, que
ya había dejado de sujetarle cuando recobró el conocimiento, me había apartado
y observaba aquella escena casi sin creermelo.
-Tranquilo, no voy a hacerte nada- dijo poniéndose de pie rápidamente
y alejándose de Brand con las manos levantadas.- Sólo pretendía ayudar.
-¡Brand!- grité con los ojos vidriosos y una amplia sonrisa
en la cara mientras me acercaba corriendo hacia él.- ¡Estás vivo!
-¿Quién es?- me preguntó mi compañero un poco desorientado mientras
volvía a intentar incorporarse, dejando escapar una ligera mueca de dolor.
-Dice que es un cazarrecompensas- le respondí mientras le
ayudaba a incorporarse.- Él es el que te ha salvado.
-Me llamo Thixer. Cazarrecompensas de segunda clase- dijo
mientras inclinaba levemente la cabeza a modo de saludo.
-Oh, entonces creo que le debo una disculpa- dijo Brand avergonzado
mientras se acercaba a él con la mano derecha sobre su barriga. Cuando estuvo
lo suficientemente cerca alargó su mano.- Me llamo Brand, gracias.
Cuando apartó la mano de su cuerpo, me quedé igual de sorprendido
que mi amigo al comprobar que no había ni rastro de la herida. Solamente una
tenue cicatriz blanquecina.
-Eso... Eso es imposible- dije pálido.- Hace unos minutos no
dejaba de sangrar. Y... Y ahora no tiene ni rastro de la herida.
-Tim tiene razón. Pensé que simplemente habíais detenido la
hemorragia, porque todavía noto unas ligeras punzadas...- comenzó a decir mi
amigo mientras intercambiaba miradas llenas de asombro entre su abdomen y el
cazarrecompensas.- Pero de ahí a que esté totalmente sanada y cicatrizada...
Ninguna medicina es capaz de lograr eso en tan poco tiempo.
Thixer comenzó a andar lentamente, pasando a nuestro lado,
hasta que llegó al árbol que teníamos detrás. No dijo nada hasta que se sentó
en el suelo, con la espalda apoyada en el tronco, como si estuviera eligiendo
cuidadosamente sus palabras.
-En realidad, Brand, sí que hay medicinas que pueden lograr
eso- respondió por fin, mientras se frotaba lentamente el cuello con una mano.-
Hay una planta que sólo crece a gran altitud, en las montañas del norte. Si
preparas un ungüento con sus hojas, añadiéndole cierto licor sureño, podrás...
-Pero no había ningún ungüento, lo vi con mis propios ojos.
Tenía las manos vacías- interrumpí.
Abrió la boca con intención de decir algo pero quedó en un
ligero suspiro. Estuvo poco menos de un minuto mirando al suelo hasta que por
fin levantó la mirada y comenzó a hablar.
-Eso es algo que, alguien como vosotros, no deberíais saber.
Es difícil de explicar y también de entender, y, sinceramente, no me
corresponde a mí hablaros sobre ello- dijo mientras alternaba miradas entre
Brand y yo, moviendo levemente su cabeza.- Os agradecería que no me preguntaseis nada acerca de lo que veáis
a lo largo de esta noche.
Dicho esto volvió a ponerse en pie y se nos acercó, era un
poco más bajo que Brand pero aún así me pareció bastante alto. Y fue entonces
cuando pude fijarme mejor en él.
Su pelo hacia atrás le llegaba más allá de sus hombros y
aquella sensación de rigidez que noté la primera vez que le vi se acentuó. No lo
tenía liso completamente, algunos mechones brotaban hacia abajo como cuchillos.
Sus gafas de sol no eran muy grandes y se limitaban a ocultar sus ojos, pero
eran de un negro tan profundo que, con tan escasa luz, me fue imposible ver más
allá de ellas, y eso me molestaba. Su gabardina plateada parecía quedarle
bastante grande y un par de botones metálicos la cerraban a la altura de su
pecho, dejando la parte derecha fija sobre la izquierda. Pero conforme iba
bajando, esta se iba abriendo. Las grandes solapas del cuello habían dejado de
revolotear a merced del viento y caían sobre su pecho dejando ver la parte
superior de la prenda oscura que llevaba debajo.
Una gran cinta de cuero marrón le cruzaba el cuerpo,
aparecía por el hombro derecho y se perdía de vista un poco por encima de su
cintura izquierda. Entonces caí en que le había estado dando vueltas a algo
desde que aquel desconocido pasó a mi lado. Algo que me había llamado la
atención y que, en otras circunstancias, me habría fijado más detenidamente y
mucho antes.
Cuando paso a nuestro lado, antes de girarse para sentarse
en el suelo, vi lo que llevaba a la espalda. Conseguí ver brevemente que tenía
atado a aquella cinta un gran libro que descansaba sobre su espalda, inmóvil.
Me pareció extraño, pero estaba tan conmocionado con los hechos ocurridos
minutos antes que mi curiosidad pasó a segundo plano.
-Creo que no hemos tenido la ocasión de presentarnos como es
debido- dijo cuando estaba delante de mí, mientras extendía su mano derecha.-
Tú eras...
-Tim. Soy Tim- le dije estrechándole la mano.
Tras el primer contacto, noté que apretaba ligeramente mi
mano. Aunque yo no estaba acostumbrado a saludar de aquella manera, me dio la
sensación de que lo estaba haciendo con demasiada fuerza. Y él pareció darse
cuenta también, pues aflojó un poco. Aún así, se limitó a mirar fijamente mi
mano derecha mientras la sacudía levemente.
Estuvimos cerca de un minuto dándonos la mano. Yo no quería
retirarla bruscamente para no parecer maleducado. Para cuando empecé a
impacientarme, Thixer reaccionó y entonces levantó la mirada y me soltó la
mano.
-Bueno... Creo que lo más recomendable es que pasemos aquí
la noche- nos dijo mientras pasaba entre nosotros. Se paró a escasos metros,
mirando los árboles y la oscuridad que había tras ellos.- A no ser que tengáis
pensado marcharos. En mitad de la noche. En vuestro estado actual.
Tras escuchar eso, una sensación de angustia comenzó a crecer
en mi interior. Urmont, el trabajo, los Espinas de las Arenas, aquel chaval del
camino. Me di cuenta de que llevábamos varias horas sin ponernos en contacto
con el resto.
Después de que hirieran a Brand, había apartado de mi cabeza
toda responsabilidad y, desde que apareció aquel misterioso cazarrecompensas,
mi mente se había sumergido en un mundo completamente irreal. Aquellos minutos
previos a la recuperación de mi amigo me habían parecido eternos, como si el
tiempo fluyera más despacio. La voz de aquel hombre, el sonido de la lluvia golpeando
el suelo, el ruido de aquellos tenebrosos árboles meciéndose por el viento.
Todo resonaba en mi cabeza, como un eco continuo. Los oídos no dejaban de
zumbarme y apenas conseguía mantenerme en pie.
Pero todo volvió a la normalidad cuando Brand abrió los
ojos. O casi todo. Aunque mis sentidos se hubiesen recuperado, los hechos
ocurridos después de que mi amigo se curara se presentaban algo confusos.
Incluso a día de hoy se me hace difícil decir con certeza lo que ocurrió
aquella noche desde que aquel extraño apareció.
Brand me lanzó una mirada de profunda preocupación al
escuchar a Thixer.
-Sí, lo sé. Voy a intentarlo de nuevo- dije antes de que él
dijera nada. Brand había recordado lo mismo que yo.
Sin mediar más palabra, encendí mi ordenador y comencé a
intentar establecer conexión con Urmont. Fue un alivio comprobar que no se
había dañado por la lluvia, al igual que mis preciados auriculares. Después de
intentarlo varias veces sin éxito, conseguí conectarme a nuestro canal de
radio. Vins respondió. Bueno, o lo intentó.
-Tim... ¿Eres tú? ¿Hola?- su voz sonaba distorsionada y
entrecortada. Después de decir eso, perdimos la conexión de nuevo.
Empecé a ponerme nervioso. Andaba en círculos, con el brazo
en alto, para ver si conseguía mejorar la conexión, pero fue inútil. Mientras
intentaba desesperadamente solucionar el problema de la señal de radio,
escuchaba de fondo a Brand y a Thixer hablando. Pero no les presté atención,
estaba demasiado concentrado en conseguir contactar de nuevo, mientras maldecía
la mala señal que tenía.
Cuando estaba empezando a hacerme a la idea de que no iba a
volver a conseguir establecer conexión, un extraño mensaje apareció en la
pantalla. Aquella pequeña ventana rezaba: “Imposible establecer contacto por
radio. Comuniquémonos por escrito. Para mensajes de texto no necesitas tan
buena conexión. Necesitamos saber vuestra situación actual.”
Me paré en seco y miré la pantalla durante unos instantes,
leyendo detenidamente una y otra vez aquel mensaje. Después de comprender la
situación, cerré aquella ventana y comencé a investigar el programa del
comunicador. En pocos segundos ya había encontrado un pequeño símbolo, una
especie de sobre abierto. Entré en mi registro de mensajes, donde estaba el
mensaje de Vins y comencé a responderle.
Decidí no explicar demasiado, no quería perder la poca señal
que tenía. Después de seleccionar “Enviar” mantuve el brazo en alto, como si
eso fuera a influir. Pero lo importante es que en aquel momento yo tenía la
certeza de que ayudaba. Y finalmente conseguí enviar mi mensaje.
“Estamos en el bosque, sanos y salvos. Está con nosotros un
cazarrecompensas, es de fiar.”
-¿Lo has conseguido?- me preguntó casi susurrando Brand, que
miraba lo que estaba haciendo por encima de mi hombro.
No me lo esperaba y, como aún seguía en tensión por el tema
de la señal, me sobresalté y me faltó poco para perder el equilibrio al
alejarme de él.
-No me des esos sustos- dije, todavía respirando
entrecortadamente. Respiré hondo, solté todo el aire de golpe y sonreí
abiertamente mientras levantaba mi mano derecha con el pulgar extendido.- Me he
puesto en contacto con ellos. Les he dicho que estamos bien.
-¿De verdad? Al fin una buena noticia…-dijo mientras se
frotaba la cara con una mano.- ¿Te han dicho dónde están o si tenemos que hacer
algo en especial?
-No… Todavía no ha respondido mi mensaje. En cuanto lo
reciba te aviso.
Dicho esto, me acerqué al árbol más cercano y me senté en el
suelo, con la espalda apoyada en el tronco. Apenas pasaron unos cinco minutos
cuando un nuevo mensaje apareció en la pantalla: “Vamos a Lanins con cuatro
bandidos. Por la mañana saldremos a por vosotros. Estad atentos del camino.” Al
leerlo, expulsé mediante un profundo suspiro toda la tensión y angustia que
había estado acumulando minutos atrás.
En cuanto recibí el mensaje, le respondí diciendo que estábamos
conformes y me dirigí hacia donde estaba Brand.
-Habrá que pasar la noche aquí- le dije encogiéndome de
hombros.- Urmont y los otros se dirigen hacia Lanins. Hasta que amanezca no
saldrán a por nosotros.
-¡A Lanins! ¿Y qué se les ha perdido allí?- preguntó
exaltado Brand.
-Llevan a cuatro prisioneros, supongo que cuando los
entreguen saldrán a por nosotros- dije intentando calmarlo.
Brand se acercó un poco inquieto, teniendo en cuenta su
natural inexpresividad. Me cogió del brazo y nos alejamos un poco de donde
estaba Thixer, que en ese momento se encontraba recogiendo algunas ramas que
encontraba por el suelo.
-¿Y piensas quedarte a pasar la noche con él?- me dijo
mientras señalaba al cazarrecompensas haciendo un gesto disimulado con la
cabeza.
-Sí, ¿qué hay de malo?- le respondí extrañado.
-Eso mismo me pregunto yo. ¿Qué hay de malo?- dijo en alto
Thixer mientras seguía recogiendo ramas.
Brand y yo nos miramos algo desconcertados y permanecimos
callados sin sabe qué decir. Era prácticamente imposible que nos hubiera
escuchado a la distancia a la que estaba de nosotros.
-Yo pienso que no hay nada de malo. Al fin y al cabo,
conmigo es como más seguros podríais pasar la noche en este bosque.- dijo
mientras se nos acercaba, sosteniendo con ambos brazos un montón no muy grande
de ramas.- Y me sorprende que todavía sigáis sin confiar en mí.
Dicho esto, dejó caer la madera que llevaba al suelo y se arrodilló
junto a ella. Hizo un pequeño surco con una rama y comenzó a apilar los palos
dentro del mismo.
-Brand, tiene razón. Él es el que nos ha ayudado, creo que
lo mínimo que podríamos hacer es confiar en él- le
dije mientras me acercaba a mi espada, que seguía clavada en el suelo. La
conseguí desclavar sin mucho esfuerzo y, tras sacudirla una vez con firmeza, la
envainé mientras me daba la vuelta.- Thixer, vamos a pasar aquí la noche.