miércoles, 23 de octubre de 2013

Capítulo 4

El primer encargo.


Después de estrecharnos la mano, Urmont comenzó a ordenar a sus ayudantes que cargaran todo en el todoterreno. El coche tampoco era nada del otro mundo. Era bastante largo, eso sí, pero apenas tenía protección. El piloto y copiloto estaban protegidos por una puerta a cada lado, un techo bastante fino y por una pequeña pared metálica con rejillas por arriba que estaba detrás de los asientos. La parte de atrás era amplia y tenía unas paredes metálicas muy finas de medio metro de alto. También había dos arcos metálicos que cruzaban de un lado a otro, uno en mitad del y otro al final. La pared de la parte trasera era una puerta que se abría hacia abajo. El color original debió de haber sido verde, pero había mucho barro y algunas partes estaban oxidadas y sin pintura.

Phil y Rel cargaron un par de macutos alargados y tres cajas no muy grandes con víveres y colocaron todo junto a la pared que separaba la parte del piloto con la de atrás. Después de cargar todo, Vins se puso al volante y Urmont se sentó de copiloto. Phil y Rel se sentaron en el suelo, uno a cada lado en la parte de atrás a continuación de los macutos. Brand y yo les imitamos, sentándonos cada uno a un lado del suelo a continuación de los dos ayudantes. Apoyamos la espalda sobre la pequeña pared y dejamos nuestro equipaje entre nuestras piernas. Brand apenas tenía espacio para sentarse de lo largas que tenía las piernas pero consiguió ladearse y apoyarse en la pequeña puerta de atrás.

Salimos de Lanins en mitad de la noche y ni Brand ni yo preguntamos a dónde íbamos. A pesar de que estábamos sentados sobre las ruedas de atrás y no paraba de temblar el suelo, conseguí cerrar los ojos y dormir gran parte del trayecto. Cuando volví a abrirlos ya había amanecido. Íbamos por un camino bastante recto y no muy bien asfaltado. A la izquierda del camino, a lo lejos, se veían unas azules y altas montañas nevadas. A la derecha no había nada, sólo una tierra poblada de hierbajos y con algunos árboles no muy altos y sin apenas hojas.

Brand estaba mirando el paisaje, pensativo. Yo tenía por encima una pequeña manta verde que me debía de haber puesto Brand mientras dormía. Intenté devolvérsela después de agradecérselo, pero se negó diciendo que todavía hacía frío y él no la necesitaba. Él llevaba su camiseta negra de manga larga. Daba la impresión de que abrigaba bastante.

Rel estaba durmiendo con la cabeza hacia atrás, sobresaliendo del coche, y la boca totalmente abierta. Phil estaba despierto y miraba al frente. Se giró cuando me sintió moverme.

-Buenos días, joven mecánico- me dijo sonriéndome.

-Buenos días, Phil- le respondí.- A todo esto, ¿adónde vamos?

-Nos dirigimos a un área de descanso que hay al norte de Tolsum.

Al escuchar el nombre me acordé de aquel joven.

-Oye, Brand. ¿No era a Tolsum a donde se dirigía aquel chaval que conocimos en el bosque?

-Sí, aunque no sé si habrá conseguido llegar- dijo haciendo una mueca.- Estaba malherido y a mucha distancia de la ciudad.

Después de eso volvió a dirigir su mirada a las montañas que tenía enfrente. Yo me quedé un rato pensando en aquel chaval hasta que un badén me sacó de mis pensamientos y por poco me saca también del coche.

-Oye, Vins- le gritó Phil.- ¡Conduce con más cuidado! Que aquí atrás no vamos tan bien como allí.

Rel se despertó con el bote pero enseguida volvió a quedarse dormido. Y Vins ni siquiera contestó. Yo temía que se hubiese quedado durmiendo al volante, pero si hubiese sido así ya nos habríamos salido de la carretera.

-¿Cuánto falta para que lleguemos al área esa?- le pregunté a Phil.

-No debe de faltar mucho- respondió mirando su reloj de pulsera.- Pero cuando lleguemos tendremos que organizar el trabajo. No esperes que nada más bajar del coche va a comenzar la acción.

Y después de decir esto soltó una fuerte risotada.

No sabía nada acerca del trabajo que íbamos a hacer pero no quería cansar a Phil con preguntas, así que preferí esperar. A lo mejor nos lo explicaban mejor cuando llegásemos, y si no se lo preguntaría a Urmont.

Pasé un rato fantaseando con los  peligros que nos esperarían al llegar al área aquella, pero decidí no engañarme con falsas situaciones y me obligué a pensar en otra cosa. Lo siguiente que se me pasó por la cabeza era lo que íbamos a hacer después de que cumpliese los dieciséis. Pero como tampoco quería preocuparme tan pronto dejé de pensar en eso y me limité a observar el paisaje y esperar.

Las azuladas montañas se perdían en el horizonte. Aquella vista era preciosa, pero después de llevar cinco minutos observándola empezó a dolerme el cuello y tuve que mirar hacia el otro lado. No había nada más que tierra yerma con poca vegetación. Si hubiésemos estado más al norte seguro que la zona estaba más verde debido a las lluvias, pero aquella zona estaba más seca. Aún así no se puede comparar al clima árido del Desierto de la Serpiente ni al Gran Desierto de M’klaj que hay en el sur.

Después de unos minutos dejamos la carretera asfaltada para pasar a un camino de tierra bastante estrecho. El sol no calentaba demasiado al estar al norte, pero aún así ya empezábamos a pasar calor. Yo me quité mi chaqueta y la guardé con el resto de mis cosas, pero Brand siguió con su camiseta oscura de manga larga, solo que se subió las mangas hasta el codo, y sus pantalones marrones largos. Además llevaba un pañuelo gris alrededor del cuello que, aunque fuera fino, daba más calor que no llevar nada.

Después de esperar otro rato más, preguntándome cómo podía aguantar Brand con esa ropa, llegamos a una zona más verde. Toda la zona estaba cercada con vallas de madera. Había árboles bajos y césped en el suelo. Algunos bloques rectangulares de piedra grisácea estaban repartidos por el lugar a modo de mesas y a los lados había otros más bajos y pequeños donde podías sentarte. No había ninguna duda de estábamos en el área de descanso.

El coche se paró cerca de un árbol y el motor dejó de sonar. Las puertas de delante se abrieron y Phil nos indicó a Brand y a mí que bajáramos con un gesto mientras Rel se frotaba los ojos para despertarse.

Bajamos del vehículo sin coger nuestras cosas y andamos un poco para estirar las piernas. Nos dirigimos a uno de esos bloques de piedra con asientos. Urmont llevaba una carpeta negra no muy gruesa que debía de contener información del trabajo. Nada más llegar a los asientos, Vins se dejó caer sobre uno apoyando la espalda en el bloque  y bostezó.

-Estos viajes siempre me dejan hecho polvo- dijo mientras se le cerraban los ojos.- Deberíamos parar para descansar a mitad de trayecto.

Cerró los ojos completamente y empezó a girarse para apoyarse más en la mesa, pero Urmont soltó con fuerza la carpeta sobre la mesa y Vins se sobresaltó tanto que hasta dio un bote y se levantó de su asiento. Mientras, Rel y Phil observaban divertidos aquella escena. Brand y no nos limitamos a sentarnos en un asiento, ocupándolo entero, a esperar y observar.

Urmont se sentó en un asiento, Phil en otro y Vins y Rel en el que quedaba. En cuanto todos estuvimos sentados alrededor de la mesa, Urmont abrió la carpeta y empezó a ojear los papeles que tenía.

-Bueno chicos. El trabajo de hoy no es nada del otro mundo. Otro narcotraficante del tres al cuarto que acaba de empezar con una droga experimental. Su nombre es Hirr dijo mientras nos enseñaba una foto suya.- Está intentando introducir una nueva droga llamada X-5 en Varhlem.

Después de esto nos fue pasando varios papeles de los que tenía en su carpeta. A mí me llegó la fotografía que habían enseñado antes. Solo se le veía del pecho para arriba. Hirr tenía una cara delgada y alargada, con la mandíbula bastante marcada. Sus finos labios perfilaban su pequeña boca y su nariz era larga y picuda. En la foto salía con unos anteojos redondos de lente azulada y el pelo, liso y lacio, hacia atrás, que le caía por los lados de la cara hasta los hombros exceptuando algunos pequeños mechones que le caían por la frente y algunos llegaban a sus marcados pómulos.

La verdad es que su cara era bastante siniestra. Deje de mirar la foto y se la pasé a Brand para perderla de vista. Él me dio el informe que había cogido. Era toda la información que habían podido reunir sobre la droga X-5. Los efectos no estaban muy claros aún. Los que la consumían agudizaban la vista y sus reflejos pero los músculos se entumecían y se perdía algo de tacto. Al parecer, la droga era de absorción vía cutánea, lo que hacía que sus efectos fuesen casi inmediatos. Unos pequeños tubos de no más de cinco centímetros de largo y dos de diámetros contenían la droga, que era una especie de crema bastante líquida. Tenían un pequeño botón a un lado y al apretarlo salía una capa de X-5 que al ponértela sobre la piel se absorbía al cabo de unos segundos. La mayoría de los adictos solían aplicársela en el lado izquierdo del cuello, donde antes hacía efecto. También le dejaba una pequeña quemadura en la piel al que la consumiese y si se aplicaba siempre en el mismo sitio la pequeña quemadura dejaba de ser tan pequeña.

-Parece un trabajo fácil- dijo Rel cruzando los brazos.- Ese tío es solo otro principiante. Una persona sólo podría encargarse de él.

-No te confíes, Rel- contestó Urmont.- Ha contratado a cuatro matones como guardaespaldas. Está vigilado las veinticuatro horas del día. Vamos a tener que coordinarnos muy bien si queremos cogerle vivo.

Por aquel entonces yo ya había escuchado cosas sobre los cazarrecompensas. Sabía que te pagan más por un preso vivo que por uno muerto. Aún así no sabía cuanto más podían pagar. Ni siquiera sabía lo que nos pagaban.

-¿Qué precio tiene?- pregunté después de meditar la pregunta.

Todos se me quedaron mirando hasta que Urmont empezó a reírse.

-Así que vas directo al grano, ¿eh?- dijo Urmont cerrando la carpeta.- Como ya sabréis la recompensa no se va a repartir en partes iguales. Vosotros, en el mejor de los casos, recibiréis una pequeña comisión, por eso de que no sois ayudantes oficiales. Pero si hacéis bien el trabajo os diré cual es la recompensa y así podéis echar vuestras cuentas.

-¿Podemos dejar de hablar de dinero antes de empezar el trabajo? Da mala suerte- dijo Vins poniendo una caja de cartón sobre la mesa con cara de preocupación.- Tomad. Los transmisores.

En la caja había unos transmisores negros y algo antiguos. Tenían una pequeña antena que sobresalía por la parte superior derecha y un botón cuadrado y rojo en el lado izquierdo, que supuse que era para activar o desactivar la conexión por voz. Tenía una pequeña pantalla que mostraba unos números, los cuales parecían ser la frecuencia, y algunos botones para cambiarla. Por lo demás no parecían muy avanzados.

Phil cogió uno con una marca azul en el lado derecho y Rel otro que tenía una cinta verde alrededor de la  antena. Vins cogió uno que tenía la antena más larga y algunos botones más y nos dio los que quedaban.

El de Brand tenía el cristal de la pantalla roto, aunque se podía distinguir difícilmente lo que ponía en ella. Pero el mío no estaba mucho mejor. Casi la mitad del transmisor estaba envuelta en cinta aislante.

Lo agité y sonó como si algo estuviera suelto dentro. Tranquilamente le quité la cinta aislante, saqué un pequeño destornillador de mi cinto para herramientas y le quité los tres tornillos que tenía. Después de quitarle la carcasa rota, vi un conjunto de cables enredados entre sí, una par de placas un poco deterioradas unidas por un fino alambre y hasta un chicle. En unos segundes conseguí extraer un pequeño chip de una de las placas y deje a un lado el resto del aparato. Acto seguido me quité mis preciados auriculares. Le quité la carcasa a mi auricular derecho, introduje el chip en una ranura y una pequeña luz azul se encendió. Comprobé que los auriculares estaban conectados al pequeño ordenador de mi antebrazo, sintonicé la frecuencia, le puse la carcasa al auricular y volví a ponérmelos alrededor del cuello.

Cuando levante la vista, todos me miraban boquiabiertos, todos menos Brand. Yo me sonrojé y comencé a sonreír. Para mí, lo que acababa de hacer me parecía algo muy simple.

-¿Cómo demonios has hecho eso, chico?- preguntó Vins aún boquiabierto.

-No es muy difícil. Solo he hecho que me pueda comunicar con vosotros por mis auriculares- dije tranquilamente. Al ver que seguían sin comprender, decidí explicárselo.- Estos transmisores tienen un chip que es lo que los hace funcionar. Si la frecuencia que usamos fuera una línea privada y segura, lo cual no creo, me haría falta este chip ya que contendría los datos y claves de seguridad de la frecuencia. Pero si usamos una frecuencia estándar, cualquier chip de este modelo serviría. Después, solo he tenido que sintonizar la frecuencia desde mi ordenador y ver si la conexión era buena. Es pan comido.

Debí de explicarlo muy rápido o es que no entendían de lo que hablaba, porque todos seguían con cara de asombro excepto Vins, que parece que entendió lo que dije.

-Eso es genial- dijo este dándome una palmadita en la espalda y mostrando su sonrisa, en la que faltaban algunos dientes.- Me vas a tener que enseñar algunas cosas.

-Bueno chicos- dijo Urmont mientras se aclaraba la garganta.- Es verdad que Tim parece no dejar de sorprendernos, pero nosotros tenemos un trabajo que hacer. Así que ya tendréis tiempo de reconocer su talento cuando hayamos cobrado. Manos a la obra.

Todos nos levantamos de la mesa y empezamos a andar hacia el este, fuera del área de descanso. Urmont, Vins y Rel hablaban sobre los detalles del trabajo. Brand y yo los seguíamos callados cuando Phil se me acercó.

-Espero que sepas usar eso igual de bien que esto- dijo mientras apuntaba con un dedo, primero a mi espada y después a mi cinto con las herramientas.- Ahora es cuando empieza la acción.